BOTÍN DE GUERRA

                Antonio D´Alessandro Martínez

Los hombres resisten a las leyes pero ceden a los beneficios.
Fedro

Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados.
Shakespeare

La crueldad es la fuerza de los cobardes
Proverbio Árabe

Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa
Demócrates

En Venezuela, el ataque a la sociedad civil por los cuerpos policiales, militares y paramilitares de la dictadura ejercida por el conjunto de facciones militares-civiles corruptas y antidemocráticas, tiene el aditivo y el incentivo de constituir una oportunidad para que los miembros de estos cuerpos obtengan un botín de guerra (“aquellos bienes movibles tomados al enemigo por los soldados con el consentimiento de su general”, https://es.wikipedia.org/wiki/Bot%C3%ADn_militar), que está constituido en la Venezuela de hoy, por dinero, celulares, relojes, anillos, aretes, cadenas, zapatos, vestimenta, autopartes (Residencias “Los Verdes”, El Paraíso, Caracas) y personas apresadas, por ejemplo, estudiantes amontonados en un camión cava sin ventilación y con gases tóxicos adentro, que son violadas y/o canjeadas por bienes (algunas veces dólares) que deben distribuirse entre captores, jueces y hasta alguaciles de tribunales, incluyéndose también en el botín la comida que le llevan los familiares a los privados de libertad.

El reparto del botín de guerra ha variado en el tiempo y dependiendo de la “cultura” de guerra de los pueblos involucrados, los bienes despojados eran de propiedad individual del soldado o colectivo que luego se dividía en alícuotas iguales o diferentes incluida la que correspondía al general victorioso; a veces todo o parte del botín era ofrendado a los dioses o utilizado para elaborar sus estatuas, o ingresaba al tesoro público.

Por extensión podría incluirse dentro del botín de guerra el mero hecho de participar en un acto que involucre la detención, vejación, y asesinato de personas indefensas que sólo hacen uso de su derecho constitucional a manifestar pacíficamente su descontento contra la dictadura, decimos esto porque hemos observado que mientras más desmanes cometan los representantes de la “ley” más méritos tienen para hacerse de ascensos y condecoraciones como en los casos más reciente de los oficiales Gustavo González López y Bladimir Lugo Armas. Es decir, cada uno de los participantes de los actos delictivos que logre evidenciar la supremacía de la cúpula en el poder, tiene una especie de tarjeta donde se le registran cada uno de sus “gloriosos” actos hasta hacer suficientes méritos para ser ascendidos y/o condecorados. Esto me recuerda la antigua tarjeta de consumo que hace varios años usaban los abastos del barrio donde nací y me crié a la que el bodeguero le hacía un orificio cada vez que se compraba algún producto, y luego finalmente uno obtenía una compensación que generalmente, con el descontento de nuestros padres, se convertía en una golosina.

El botín de guerra también está constituido por las mercancías obtenidas en saqueos a los establecimientos comerciales perpetrados por grupos paramilitares afectos y armados por el régimen como los acontecidos esta semana en la ciudad de Barquisimeto (Estado Lara) y en fechas anteriores en la ciudad de Los Teques (Estado Miranda).

Desde hace casi dos décadas la camarilla que desgobierna este país desarrolla una guerra contra la nación venezolana, contra su pueblo, contra sus instituciones, contra su territorio, todo ese tiempo ha sido usado por la camarilla para acumular un cuantioso botín de guerra constituido por cerca de 400 millardos de dólares, depositado una buena parte en cuentas bancarias y la otra “invertida” en posesiones dentro del país y en el exterior, aunado al mercadeo “legal” y contrabando de oro y diamantes del arco minero, entre otras riquezas desfalcadas a la nación.

Más temprano que tarde la justicia nacional e internacional operará y los que han cometido delitos contra la nación, contra sus ciudadanos, tendrán que someterse a su veredicto implacable, y quizá una buena parte de ese botín de guerra pueda regresar al suelo patrio para mitigar el desastre en que nos han sumido los falsos propugnadores de la justicia social y del “hombre nuevo” convertido en un buscador de recompensas por sus tropelías.

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