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“Si Julio Coco tiene un beta, yo puedo tener

mi VHS”

por 

Laureano Márquez

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Hoy con el cambio del lugar de arresto de Leopoldo López algunos sectores de la oposición y del gobierno han coincidido en sentirse indignados. Los primeros porque ven en la salida de Ramo Verde una traición o una negociación, que para ellos viene a ser lo mismo. Los segundos porque consideran que no es justa la decisión del TSJ, pero que ellos la acatan disciplinadamente porque aquí hay división de poderes.

Algunas reflexiones:

1) La decisión de “casa por cárcel” aplicada a Leopoldo solo puede ser una decisión del régimen, del que el máximo tribunal forma parte. Sabemos que el TSJ no haría nada “motu proprio”. Por tal razón, la indignación oficial es -obviamente- una indignación fingida para dar la impresión de la existencia de un poder judicial autónomo. No es casual que hayan salido todos a una. Es decir, se trataría de un “revés” planificado para dar una imagen distinta al mundo luego de la metida de pata del 5 de julio: la imagen de que Venezuela es un país que funciona bajo el imperio de la ley, cosa que, como sabemos es completamente falsa.

2) Para algunos opositores aceptar la salida de Leopoldo de Ramo Verde constituye una aceptación de la legalidad del TSJ y su reconocimiento. Según este punto de vista Leopoldo en desobediencia, ha debido atarse a las rejas de su celda para impedir ser liberado o alguna otra acción más contundente. La prisión de Leopoldo es ilegal y su liberación –por cierto- no se ha producido. De manera que aquí no se esta aceptando nada que no se haya venido exigiendo durante años: la liberación de Leopoldo, que aún no se ha logrado. ¿Esto hace al régimen constitucional? No, por el contrario, reafirma su desconocimiento de las normas. ¿Lo convierte en un régimen humanitario? Menos: la crueldad esta a la vista y vendrá más. ¿Hay una aceptación del TSJ? En absoluto, nadie en la oposición ha salido a decir eso. ¿Había alguna opción de desconocimiento del TSJ en esta acción? No se me ocurre otra que la realización de una cadena humana alrededor de Ramo Verde para impedir la salida de Leopoldo y creo nos habría quedado muy inconsistente.

3) Otros señalan que detrás de esto hay una negociación. Honestamente esta es la versión que a mí me gustaría que fuese cierta, porque significa que el gobierno ha comenzado a ceder con asuntos importantes para la oposición, como la “excarcelación” de uno de los presos políticos más emblemáticos. La negociación -es una palabra que en medio del dolor y la indignación nos desagrada y además tenemos mala experiencia- es la única opción para los pueblos donde hay confrontación. El otro camino es la guerra o el exterminio. La historia ha sido demasiado iluminadora al respecto de la inutilidad de esos caminos, porque luego de haberlos transitado, los que se asesinaron deben sentarse, con un gigantesco número de muertos detrás de cada uno, a negociar. Un conflicto de esta naturaleza es cosa muy seria. Jugar al incendio es temerario. Quien de este lado crea que se puede superar este momento sin reconocer la existencia del otro negándolo, ya perdió, porque se transformó, sin darse cuenta, en aquello en contra de lo cual lucha, adoptando sus principios y valores. Alberto Barrera dijo hace poco que más que un mediador necesitamos un traductor. Es cierto y la humorada da cuenta de la gravedad del momento, de lo difícil del diálogo.

Bajo
Deberíamos tener un poco más de confianza en nuestros líderes, aunque no sean los que soñamos. Una persona que ha soportado más de 3 años de cárcel, tortura y todo tipo de vejaciones por sostener sus opiniones políticas, merece nuestro reconocimiento, respeto y confianza.
Por cierto, ahora es cuando faltan presos políticos por liberar y una democracia por reconquistar.

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