EDITORIAL ORBI

17 de Julio

Habló Venezuela

 

Y habló de forma clara y contundente. Nunca antes la ciudadanía se había expresado de manera más clara. Los venezolanos no quieren dictadura ni socialismo. Desean vivir en paz, en un sistema que garantice libertades democráticas y progreso económico y social. Desde muy temprano el pasado domingo, las calles de todo el país, en Caracas y todas las demás ciudades, se llenaron de ciudadanos que, en un clima de fiesta y entusiasmo, con esa alegría tan venezolana que aún no han conseguido robarles, se organizaron para consumar esta fiesta de la libertad. Unos atendían las mesas de votación, otros la logística, otros la alimentación de los organizadores, otros invitaban en las calles a los demás ciudadanos para que participaran, otros simplemente felicitaban a los que ya habían votado. Todos querían aportar desinteresadamente y formar parte de la historia. Todos salieron con la única ilusión de ver a su país un día finalmente liberado, en paz y progreso.

También las comunidades venezolanas en el exterior, la diáspora venezolana, quiso participar, y ¡cómo lo hizo! En Atenas, pero también en las principales ciudades de Europa y de Norte y Suramérica, donde se encuentran las comunidades más numerosas, y también sabemos que en Asia, Australia, Japón y el Cercano Oriente, los venezolanos no olvidaron su cita con el cariño por su tierra y se organizaron para expresarse a favor de la libertad y la democracia en su país, lo que fue reconocido por los organizadores en Caracas. Nunca antes los venezolanos en el exterior habían aportado una cantidad tan alta de votos, y es que ahora, como dicen algunos, “Venezuela queda en todas partes”.

Tampoco la brutalidad, la vergüenza y la cobardía dejó de expresarse. Los medios reseñaron que bandas armadas paramilitares atacaron una de las mesas de votación ubicada en el popular barrio caraqueño de Catia, con el lamentable saldo de una mujer muerta y tres heridos. Para ellos era demasiado soportar tal demostración de civismo y cultura democrática, tanta generosidad de la gente era demasiado para su maldad. Como si el mundo no tuviera ya muy claro de dónde viene la violencia y la intolerancia, estos colectivos tuvieron la torpeza de volver a atacar a los ciudadanos desarmados en el momento en que el mundo tenía los ojos puestos en Venezuela, cuando los ciudadanos se expresaban con la única arma que conocen: el voto.

El comité de validadores, formado por los rectores de las principales universidades del país, anunciaba la noche del domingo una participación de más de siete millones de votos en rechazo a la constituyente comunista que pretende imponer el gobierno. Siete millones que constituyen una proeza democrática, tomando en cuenta las condiciones desfavorables con que se organizó la consulta. Siete millones que serían muchísimos más en unas elecciones secretas y libres. Siete millones que constituyen un mandato incontestable. Siete millones de voluntades expresadas por la paz y el progreso. Contabilizar el rechazo a la dictadura era impostergable. Ya nadie podrá decir ahora que no sabía el tamaño de las fuerzas demócratas en Venezuela. Nadie dirá ya que no conoce las ganas de paz y de progreso que tienen los venezolanos.

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here