Escuche Usted Nicolás Maduro y tome nota

por 

Jesús Hernández Cuellar

 

No es necesario que haga usted más esfuerzos, Sr. Nicolás Maduro. Los resultados de los últimos meses son muy reveladores de lo que está pasando en Venezuela. Las legislativas de diciembre de 2015, que permitieron a la oposición ocupar la mayoría de los asientos en la Asamblea Nacional; los hallazgos de un estudio de la Universidad Central de Venezuela en mayo pasado, entre los cuales está el hecho de que 86% de los encuestados opinó que usted debe terminar su mandato en 2017, y 89% dijo que su gestión era mala o muy mala; y el resultado de la consulta popular del 16 de julio, en la que 98.4% se manifestó en contra de su propósito de cambiar la Constitución, son suficientemente claros. Pero sobre todo lo son las multitudinarias protestas en las calles venezolanas de los meses recientes, y las decenas de personas que han muerto en ese período mayormente a manos de sus “colectivos” armados.

¿Sabía usted que no hubo tantos miles de manifestantes pacíficos durante tantos días en las calles de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet, ni en las calles de Nicaragua durante la dictadura de Anastasio Somoza, ni en las calles de la propia Venezuela durante el régimen de Marcos Pérez Jiménez? Mucho menos en las calles de España durante la dictadura de Francisco Franco. Y sobraban motivos para hacer protestas.

Sabemos muy bien que el general Raúl Castro le ha aconsejado resistir hasta la muerte, y si es posible dar una rígida vuelta de timón hacia una dictadura totalitaria como la de Cuba, con la excusa de que se trata de una radicalización de la revolución bolivariana motivada por los ataques de la derecha, el capitalismo y el imperialismo. Y de paso, establecer una cláusula en la nueva constitución, que le permita a usted permanecer largo tiempo en el poder. No es de extrañar que el general le haya mencionado también los peligros de caer en manos de la Corte Penal Internacional, algo que no existía en los tiempos de Pérez Jiménez, Fulgencio Batista o Anastasio Somoza. Huir es más difícil hoy día.

Sospehamos que usted entiende que el general Castro se está jugando la vida del castrismo en Venezuela. Sin la ayuda de su gobierno, el régimen cubano, que ha estado ahí desde 1959, perdería su segundo y posiblemente único mecenas disponible en estos momentos. De hecho, los 100 mil barriles de petróleo diarios que Venezuela envió a Cuba durante una década, se redujeron en un 40% a partir de 2014 por la crisis venezolana, de acuerdo con un reportaje publicado en el diario argentino Clarín. El general no quiere regresar a la era del “período especial”, eufemismo para la brutal crisis que se desató en Cuba tras la desintegración de la Unión Soviética a partir de 1991. Otro “período especial” sería muy peligroso para el castrismo. Fatal.

Pero es importante ir más allá de la superficie de esa alianza inútil, Sr. Maduro. El trato hecho por Hugo Chávez con Fidel Castro a principios de este nuevo siglo, de cambiar petróleo por tácticas de seguridad, represión y conservación del poder, fue una desgracia para Venezuela. No es el imperialismo, ni la derecha, ni el capitalismo los que han hundido a su país en una crisis humanitaria sin precedente. Ha sido aquel trato funesto.

Convertir a Venezuela en otra Cuba tendrá un resultado previsible, y un precio a pagar. Ambas naciones se hundirán víctimas de una catástrofe que usted todavía está a tiempo de impedir, por lo menos para su país. No olvide usted que el general Castro y su hermano mayor, Fidel Castro, surgieron en una época diferente, durante la Guerra Fría, cuando casi toda América Latina estaba gobernada por dictaduras o pseudodemocracias. Qué importaba una dictadura más o una dictadura menos, en aquella época, sobre todo si era una dictadura antinorteamericana. Internet no existía, los móviles inteligentes con indiscretas cámaras en su interior, no existían. Google, Facebook, YouTube y Tweeter, no existían. Hace 50 años, el castrismo fusilaba a una veintena de enemigos en un lugar céntrico y nadie se enteraba. Hoy, Sr. Maduro, la mayoría de sus muertos, los muertos de usted, en estas jornadas y los otros de protestas anteriores, están registrados a lo largo y ancho de la red de redes, sin que usted o el general Castro hayan podido impedirlo. Tome nota.

Su amigo, el general, quiere convencerlo de que el pueblo de Venezuela se cansará, como aparentemente se ha cansado el pueblo de Cuba. Su pueblo, Sr. Maduro, no está cansado de luchar. Por lo que la opinión pública ha podido observar, el ímpetu de ese pueblo está más cerca del de los protagonistas de la Primavera Árabe de 2010 a 2013, que del ímpetu de la resistencia cubana actual. ¿Vio usted a aquellos jóvenes árabes? Es impresionante recordar cómo salieron masivamente a las calles de Libia y ejecutaron a Moamar Gadafi a la vista de todos. También aquellos otros que encarcelaron a Hosni Mubarak en Egipto. Y aquéllos que se rebelaron contra Ben Ali en Túnez y contra Abdelaziz Buteflika en Argelia. Ojalá nada de esto ocurra en Venezuela. Fueron días violentos, dolorosos.

Por favor, no trate usted de imitar a Gadafi con una carnicería. Recuerde que cuando el dictador libio decidió usar la fuerza aérea contra su propio pueblo, una coalición encabezada por la OTAN envió aviones de guerra en apoyo a los rebeldes. Fue el fin de Gadafi.

Es muy posible que su amigo, el general, le haya mencionado el éxito de la masacre china de Tiananmen en 1989, cuando más de 300 mil soldados marcharon sobre la plaza asesinando a miles de jóvenes defensores de la democracia. Descarte usted esa referencia. Venezuela no es la poderosa China, ni ante los ojos de los venezolanos ni ante los ojos de Estados Unidos, ni de la Unión Europea, ni del resto de la comunidad internacional. Muy pocas naciones, muy pocos gobiernos, muy pocas organizaciones permanecerían con los brazos cruzados.

Sencillamente, es hora de abandonar los sueños de grandeza. Recuerde usted que un hombre verdaderamente grande, llamado Simón Bolívar, murió en un catre, huésped de un español de Santa Marta, rodeado de su séquito de colaboradores y amigos. Llegó hasta allí luego de haber renunciado a la presidencia de la Gran Colombia el 27 de abril de 1830. La diferencia entre usted y él es muy sencilla y muy conocida. Bolívar renunció a pesar de haber independizado a Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Panamá del dominio español. Era un héroe, un gigante.

El autor es director y editor de Contacto Magazine,  Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA

Vía Contacto Magazine – www.factormm.com

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