Una única inyección cada ocho semanas es suficiente para controlar el VIH

M. LÓPEZ

 

El 94% de los pacientes tratados en el LATTE-2 con una inyección con ‘cabotegravir’ y ‘rilpivirina’ cada dos meses mantuvieron la supresión viral a las 96 semanas.

A día de hoy conviven en todo el mundo cerca de 36,7 millones de personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Unos pacientes que, gracias a los actuales tratamientos antirretrovirales, pueden vivir muchas décadas tras haber contraído el virus. El problema es que los actuales tratamientos requieren de la toma de una –o varias– pastilla todos los días y durante toda la vida. Una situación que no resulta para nada ‘cómoda’ y que puede comprometer la toma de la medicación. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que la suspensión del tratamiento conlleva ineludiblemente la reactivación y la expansión del VIH. Tal es así que en los últimos años se han desarrollado numerosos estudios para tratar de encontrar un tratamiento que, sin perder la eficacia, pueda ser administrado cada varias semanas, cuando no meses. Y ahora, un equipo internacional de investigadores dirigidos por científicos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE.UU.) parecen haber encontrado este ansiado tratamiento.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «The Lancet», muestra cómo una terapia antirretroviral inyectable de acción prolongada con dos fármacos –‘cabotegravir’ y ‘rilpivirina’– y administrada cada cuatro u ocho semanas es tan efectiva como la dosis oral diaria con estos medicamentos a la hora de mantener la supresión viral en pacientes con VIH.

Como explica David Margolis, co-director de la investigación, «la adherencia a la medicación sigue siendo un importante reto en el tratamiento del VIH. La terapia antirretroviral inyectable de larga duración puede ofrecer a los pacientes una estrategia más conveniente para manejar su infección al evitar la toma de dosis orales y la necesidad de almacenar y portar sus medicaciones mientras siguen viviendo sus vidas».

Mejor que todos los días

El estudio, denominado ‘LATTE-2’ y llevado a cabo en 50 hospitales de España, Alemania, Canadá, Estados Unidos y Francia, contó con una primera fase de inducción en la que 309 pacientes con VIH recibieron una dosis diaria oral de cabotegravir (30 mg) y de la combinación de ‘abacavir’ (600 mg) y ‘lamivudina’ (300 mg) durante 20 semanas. El objetivo era identificar cualquier posible efecto secundario asociado al tratamiento antes de la administración de la vacuna. Y dado que la gran mayoría de los pacientes toleraron los fármacos y alcanzaron la supresión viral, los autores pusieron en marcha la segunda fase del estudio –o ‘fase de mantenimiento’.

Concretamente, la nueva fase incluyó 286 participantes que, según un criterio totalmente aleatorio, recibieron la dosis diaria de cabotegravir y abacavir-lamivudina –56 pacientes– o una inyección con cabotegravir y rilpivirina cada cuatro semanas –115 pacientes– o cada ocho semanas –115 pacientes.

“Las inyecciones antirretrovirales de acción prolongada pueden ser la nueva revolución en la terapia frente al VIH.”

David Margolis

 

Transcurridas 32 semanas, el 91% de los pacientes con el tratamiento oral, el 94% de los participantes con la inyección cada cuatro semanas y el 95% de los pacientes con la inyección cada ocho semanas mantuvieron la supresión viral. Unos porcentajes que, alcanzada la semana 96 del estudio, se establecieron respectivamente en el 84%, el 87% y el 94%.

Los efectos secundarios más frecuentes fueron la nasofaringitis, la diarrea y la cefalea, con unas tasas muy similares para los tres grupos de tratamiento. Además, solo dos pacientes con el tratamiento oral, ocho participantes con la inyección mensual y dos pacientes con la inyección cada ocho semanas se vieron obligados a dejar el estudio por causa de estos u otros efectos secundarios. Y a ellos se sumaron dos participantes que, igualmente, tuvieron de abandonar el tratamiento por las reacciones adversas en el lugar de la inoculación.

Como indica Joe Eron, co-director de la investigación, «los resultados del LATTE-2 demuestran que un régimen con una terapia antirretroviral inyectable tiene el potencial para ser altamente eficaz y bien tolerada durante un largo periodo de tiempo».

Una nueva revolución

En definitiva, la nueva terapia antirretroviral inyectable, ya sea administrada cada cuatro o cada ocho semanas, parece ser muy eficaz, así como segura, a la hora de controlar la infección. Sin embargo, el LATTE-2 es un ensayo clínico de los denominados ‘fase II’, por lo que aún habrá que confirmar los resultados en un ensayo clínico en fase III antes de que el nuevo tratamiento pueda ser aprobado para su uso en la práctica clínica.

Como refiere David Margolis, «la introducción de la medicación en un único comprimido supuso un paso adelante en la dosificación de la terapia antirretroviral. Y ahora, las inyecciones antirretrovirales de acción prolongada pueden ser la nueva revolución en la terapia frente al VIH al ofrecer una alternativa que elude la carga de la dosificación diaria. Los resultados a las 96 semanas con este régimen de dos fármacos son alentadores, a ahora necesitamos seguir investigando, caso del ensayo clínico en fase III actualmente en desarrollo, para confirmar estos hallazgos».

Sin embargo, es posible que este nuevo tratamiento no sea eficaz para todos los pacientes. Y es que todos los participantes en el LATTE-2, tal y como establecían los criterios de inclusión, tenían que tener un recuento de linfocitos CD4+ de al menos 200 células por milímetro cúbico, lo que, como reconocen los propios autores, «no representa necesariamente a la población global que convive con el VIH. Necesitamos más estudios con grupos de pacientes más diversos».

 

Fuente: abc.es

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