Viatcheslav Mukhanov: «El Universo surgió de la nada y puede volver a suceder»

Judith de Jorge Gama

 

Todos los experimentos han dado la razón a este científico ruso que hace 30 años calculó con lápiz y papel cómo fueron los orígenes del Cosmos.

El cosmólogo Viatcheslav Mukhanov (Kanash, antigua URSS, 1952) habla alto y claro, en todos los sentidos. Vehemente e impetuoso, escucharle es todo un espectáculo; por su discurso rápido, rotundo y fulminante, la energía que desprende su voz y un acento que suena en inglés, y en esto hay cierta ternura, a un malo de las películas de James Bond. Con la misma pasión habla del Big Bang, cita a San Agustín o muestra su rechazo a la política de Vladímir Putin. Este catedrático de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich (Alemania) tuvo hace treinta años una idea brillante que también se le ocurrió a Stephen Hawking. Con toda seguridad el nombre del británico le sonará mucho más, pero ambos llegaron de forma independiente a la misma conclusión: las galaxias, las estrellas, los planetas… todo se formó a partir de un fenómeno microscópico llamado fluctuaciones cuánticas, generadas después del Big Bang. Y tenían razón, dice el científico ruso, «punto por punto». De eso ha hablado en la inauguración de una nueva edición del ciclo de conferencias científicas de la Fundación BBVA en Madrid. La suya se titulaba «De la nada al Universo».

-Entonces, ¿toda la materia surgió de la nada?

-El hecho de que el Universo se origine de la nada no contradice ninguna ley física. En eso incluso estaban de acuerdo los teólogos antes del Medioevo, pero entonces eran palabras y ahora son hechos confirmados experimentalmente. El Universo surgió de la nada y si me pregunta qué había antes…

 -¿Qué había?

-La pregunta no tiene sentido, porque el tiempo también fue creado cuando surgió el Universo. San Agustín decía esto mismo.

-Cita a San Agustín… ¿Dios tiene un espacio en esa ecuación?

-Yo diría que las leyes de la física lo explican todo. Ahora, quién es el creador de esas leyes, eso es otra cosa. Es una pregunta abierta.

-Si esto ha sucedido una vez, ¿pudo suceder más veces? ¿Puede volver a suceder?

-Sí, podemos tener múltiples universos. De hecho, no parece una idea nada loca, pero esa tesis está fuera de la física, porque no es una conclusión sin ambigüedad y no sabemos cómo verificarlo. La física se encarga solo de las cosas que se pueden verificar, y la cosmología, gracias a la experimentación de los últimos años, es parte de ella, una ciencia natural.

-Los experimentos sí han confirmado los cálculos que usted hizo una vez con lápiz y papel.

-Durante los últimos 25 años ha habido 70 experimentos que nos han dado la imagen del Universo cuando tenía solo 300.000 años de edad; apenas un «bebé», ya que ahora es muy viejo, tiene 13.700 millones de años. Pues bien, esa «foto» del Cosmos se solapa perfectamente con lo que yo dibujé hace treinta años. Son la misma imagen.

-¿Y no hay nada que le haya sorprendido, algo que no encajara en sus cálculos?

-Lo más sorprendente es que no hubo sorpresa. Todo fue confirmado. Era asombroso que las imágenes coincidieran. Todos los experimentalistas intentaban buscar desviaciones y anomalías, pero finalmente todo coincidía. Era exactamente igual.

-¿Qué experimento fue el definitivo, con el que ya no cabían dudas?

-La última palabra la ha dado la sonda Planck (telescopio espacial de la Agencia Espacial Europea), su contribución es tremenda, enorme, ya que gracias a ella los científicos pudieron establecer la imagen más completa del Universo. El experimento fue 500 veces más sensible comparado con otros anteriores, como el WMAP (Sonda de Anisotropía de Microondas Wilkinson, de la NASA). Con Planck no se puede ir más allá, no se puede mejorar más.

-No puede haber mayor satisfacción para un científico que le den la razón de esa forma…

-Por supuesto. Fue una satisfacción enorme. Fíjate que en los 80 estaba en completa contradicción con todas las observaciones astrofísicas en aquel momento, pero lo que parecía una mala teoría finalmente ganó.

-Y esa teoría hablaba de algo diminuto para explicar las estructuras más grandes conocidas. ¿Cómo es eso?

-Sí, cuando el Universo era recién nacido, el comportamiento de la materia estaba afectado por la mecánica cuántica, que prohíbe el estado de reposo absoluto. La mínima desviación del estado de reposo se llama fluctuación cuántica y, debido a ella, se formarían «semillas» de materia que, por la gravedad, acabarían convirtiéndose en galaxias, estrellas y planetas. Todo eso estaba localizado en algo aún más pequeño que una caja de cerillas. Luego, la mecánica cuántica es también responsable del origen de nuestra propia vida.

-¿Cabe una teoría sobre el Cosmos que no tenga en cuenta el Big Bang?

-No, pero llamémosle mejor Universo en expansión. Hemos esclarecido la razón del Big Bang y era un estado de dominación de la energía oscura. Hace 40 años pensábamos que producir un universo era muy difícil, hoy sabemos que es una tarea fácil si tienes la materia en el estado adecuado.

-El último gran descubrimiento de la cosmología son las ondas gravitacionales. Todo el mundo parece fascinado con ellas, ¿usted también?

-Sí, todo el mundo lo está, y, en efecto, es una nueva ventana abierta al Universo y hay que ir por ese camino, pero creo que el anuncio se hizo demasiado pronto. No hay estadística, y la interpretación de los eventos puede prestarse a sospechas. Parece complicado que esas ondas hayan sido producidas por la fusión de dos agujeros negros de 30 masas solares. No pondría la mano en el fuego por esa interpretación. Quizás pueda ser otra cosa, el agujero en el centro de la galaxia, pero no lo sé.

-¿Cree que los científicos de LIGO (el laboratorio que anunció el descubrimiento de las ondas gravitacionales) se precipitaron?

-Sí, yo hubiera esperado a una confirmación más cuidadosa. No se puede declarar victoria antes de confirmarla realmente. Creo que el anuncio fue demasiado exagerado y se «vendió» muy bien, la forma habitual por parte de los americanos para conseguir dinero y seguir haciendo ciencia. Debemos aprender algo de lo que pasó con el experimento BICEP2 hace dos años, que falló al anunciar el descubrimiento de estas ondas. Hay una tendencia a vender demasiado bien los logros.

-Usted llegó a las mismas conclusiones que Hawking sobre las fluctuaciones cuánticas. ¿Siempre está de acuerdo con él?

-No. Los científicos pensamos de forma diferente, no tenemos que estar en completo acuerdo y esa es una de las razones del progreso de la ciencia. Stephen (con quien compartió el Premio Fronteras del Conocimiento 2015 en Ciencias Básicas que otorga la Fundación BBVA) también un día se puso en desacuerdo consigo mismo y se desdijo. Y eso es importante. En investigación no se puede tener una opinión inamovible.

-Ha trabajado con los científicos que desarrollaron la bomba atómica. ¿Cómo fue?

-Sí, trabajé con varios. Zeldóvich, uno de los principales investigadores de la bomba nuclear, con todos sus secretos; el disidente Sacharov, que luego recibió el Nobel de la Paz, y Ginzburg, que propuso una de las ideas básicas de la bomba de hidrógeno. Pero ninguno de ellos hablaba de eso, porque era supersecreto.

-Suena apasionante, pero peligroso.

-Sí, pero mira, la física nuclear salvó a los físicos de los filósofos. En la época de Stalin, los filósofos decidían lo que deberían hacer o decir los físicos, con ideas como si la mecánica cuántica estaba de acuerdo con el marxismo leninismo o no… Podías ser atacado si te equivocabas, y eso significaba que al día siguiente o bien te mataban o te llevaban a un campo de concentración.

-Qué angustia…

-Pero en el 48, los físicos advirtieron que no podían garantizar la construcción de bombas nucleares con esa presión, así que les dejaron en paz. La ideología es una mala influencia cuando se mete en las ciencias naturales, en particular en la antigua Unión Soviética. Cuando lees lo que sucedía hace no tanto tiempo, hace menos de cien años, no te puedes imaginar que la gente pudiera comportarse así, mucho peor que las peores bestias.

-¿Cómo ve la ciencia ahora en su país de origen?

Yo me fui de Rusia en el año 92. Tengo amigos y colaboradores de siempre, pero no proyectos en común. No puedo hablar desde dentro, pero por lo que veo no creo que el gobierno ruso esté cuidando las ciencias. En general, los gobiernos no entienden que, en realidad, ahorran dinero cuando invierten en ciencia. En Italia, España o Francia, los investigadores se quejan por los recortes de los fondos. Creo que es una política ridícula. En Alemania, donde yo vivo y trabajo, Angela Merkel es física y sabe lo importante que es la ciencia. Allí la situación es la opuesta. A veces hay demasiado dinero y no sabes en qué proyecto invertirlo. Pero si piensas en lo que ha costado aquí salvar los bancos, que ha requerido enormes inversiones, lo de la ciencia no es nada. Y eso comparado con la cantidad de dinero que la gente en la ex Unión Soviética ha robado… Y mira el fútbol, cuánto se invierte y cuál es el resultado práctico de esa actividad, que es igual que jugar en un casino.

 

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