Irma, tan destructivo como el Katrina o el Mitch

ARACELI ACOSTA

 

Récords aparte todo apunta a que Irma puede ser tan destructivo como el Katrina (2005), el Mitch (1998), Andrew (1992) o Patricia (2015), todos ellos de categoría 5 y «con una génesis y efectos parecidos».

De «extremadamente peligroso» a «potencialmente catastrófico». Así se refiere el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos al huracán Irma, que permanecerá en categoría 5, la máxima de la escala Saffir-Simpson, al menos 24 horas más y que ya es el mayor huracán formado en el Atlántico.

«Según los datos preliminares, Irma es el huracán que ha alcanzado una mayor intensidad (que se mide por el valor mínimo de presión en su centro y la velocidad de los vientos en las paredes del ojo) en la parte abierta del Atlántico. Ha habido alguno más intenso en el Caribe, que, aunque también es el Atlántico, se considera una subcuenca interior con características propias», matiza a ABC José Miguel Viñas, consultor de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Récords aparte todo apunta a que Irma puede ser tan destructivo como el Katrina (2005), el Mitch (1998), Andrew (1992) o Patricia (2015), todos ellos de categoría 5 y «con una génesis y efectos parecidos», explica Jesús Montero, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). «Su tamaño considerable, unido a los vientos sostenidos que tiene, hace pensar que será uno de los más grandes y que puede causar importantes estragos», insiste Montero. Tanto es así que sus vientos máximos sostenidos (de hasta 295 km/h aunque con rachas más fuertes) y la fuerza del oleaje que está provocando es tal que su señal ha sido detectada por los instrumentos usados para medir terremotos.

Irma es la novena tormenta de esta temporada de huracanes en el Atlántico, pero después de ella ya se han formado José y Katia, ésta última gestada en el Golfo de México, y que en la noche de ayer viernes se intensificaron y pasaron a categoría de huracán, según el Centro Nacional de Huracanes. Según Montero, no parece que Katia vaya a interactuar con Irma y José sino que se quedará más cerca de Centroamérica.

No es la primera vez que se dan simultáneamente varios sistemas tropicales en el Atlántico, dice Viñas: «Está claro que se están dando condiciones propicias para su formación y por eso aparecen». Estas condiciones –apuntan desde Aemet- son: aguas cálidas (26-27ºC), humedad y vientos cálidos en superficie, que permita la evaporación. «Estos sistemas se alimentan fundamentalmente de la evaporación de agua y de la condensación posterior, necesitan grandes cantidades de calor latente, que es de lo que se alimentan», insiste Montero.

Calentamiento global

Tras los devastadores efectos del huracán Harvey, la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA) apuntó a que las temperaturas el pasado agosto en el Golfo de México estaban por encima del promedio, y la OMM vino a decir que con el cambio climático estos eventos pueden tener efectos más graves.

La pregunta es si el calentamiento del planeta puede hacer más frecuentes e intensificar estos ciclones. «La señal del calentamiento global está presente hoy en día en todo lo que pueda acontecer, pero el factor temperatura es solo uno de los factores que intervienen», se muestra prudente Viñas. «Si las aguas superficiales del mar tienden a calentarse, parece claro que en el futuro (y puede que ya ahora en el presente) se darán con mayor probabilidad condiciones favorables para el fortalecimiento de los huracanes. El problema es que hay más factores que también intervienen, como los vientos en altura, cuya relación con el cambio climático es aún muy especulativa, de ahí que no se pueda ser categórico a la hora de relacionar huracanes y cambio climático», explica este experto.

Se cumple la previsión

La NOAA prevé en esta temporada la formación de entre 11 y 17 tormentas, de las cuales entre 5 y 9 llegarán a huracanes, y entre 2 y 4 serán de categoría mayor (superior a 3 en la escala Saffir-Simpson). Por ahora, Harvey e Irma son de categoría mayor, pero la temporada no termina hasta el 30 de noviembre.

Además de Irma, José y Katia, se han formado otras cinco tormentas tropicales –la primera fue Arlene, que se formó en abril pasado en mitad del Atlántico, más de un mes antes del comienzo de la temporada-, y otros tres huracanes, Franklin (categoría 1), Gert (categoría 2) y Harvey (categoría 4), todos ellos en el mes de agosto.

La temporada de huracanes del Atlántico comienza oficialmente el 1 de junio, aunque a mediados de agosto se entra en lo que el Centro Nacional de Huracanes llama «la temporada dentro de la temporada», más o menos un período de ocho semanas que suele ser el más activo y peligroso para la actividad de ciclones tropicales. Así, según las estadísticas de la NOAA, desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, se producen el 78 por ciento de los días de tormenta tropical, el 87 por ciento de los huracanes de categoría 1 y 2 en la escala Saffir-Simpson y la friolera del 96 por ciento de los grandes huracanes (categorías 3, 4 y 5).

«Irma es el huracán que ha alcanzado una mayor intensidad (que se mide por el valor mínimo de presión en su centro y la velocidad de los vientos en las paredes del ojo) en la parte abierta del Atlántico. Ha habido alguno más intenso en el Caribe, que, aunque también es el Atlántico, se considera una subcuenca interior con características propias», matiza a ABC José Miguel Viñas, consultor de la Organización Meteorológica Mundial.

Récords aparte todo apunta a que Irma puede ser tan destructivo como el Katrina (2005), el Mitch (1998), Andrew (1992) o Patricia (2015), todos ellos de categoría 5 y «con una génesis y efectos parecidos», explica Jesús Montero, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología. «Su tamaño considerable, unido a sus vientos sostenidos, hace pensar que puede causar importantes estragos», insiste Montero. Sus vientos máximos sostenidos (de hasta 295 km/h) y la fuerza del oleaje que está provocando es tal que su señal ha sido detectada por los instrumentos usados para medir terremotos.

Fortalecimiento de los huracanes

Después de Irma se han formado José -que ayer se estaba intensificando para convertirse en huracán- y Katia, tormenta tropical que se ha gestado en el Golfo de México. No es la primera vez que se dana la vez varios sistemas tropicales en el Atlántico, dice Viñas: «Está claro que se están dando condiciones propicias para su formación». Estas condiciones son: aguas cálidas, humedad y vientos cálidos en superficie, que permitan la evaporación, dice Montero.

La pregunta es si el calentamiento global puede hacer más frecuentes e intensificar estos ciclones. «Si las aguas superficiales del mar tienden a calentarse, parece claro que en el futuro (y puede que ya en el presente) se den con mayor probabilidad condiciones favorables para el fortalecimiento de los huracanes. Pero hay más factores que intervienen, como los vientos en altura, cuya relación con el cambio climático es aún muy especulativa, de ahí que no se pueda ser categórico a la hora de relacionar huracanes y cambio climático».

 

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