Barbacoas, Estado Aragua, un pueblo, una realidad

Madre de 13 hijos: “A veces no consigo nada para comer”

Tania Cordero, de 42 años, tuvo 18 hijos, de los cuales cinco ya murieron. Tuvo su primer hijo a los15 años y hoy pide para que la ayuden a mantenerlos.

 Madre de 13 hijos: “A veces no consigo nada para comer”

Por Veda Everduim | @VedaEverduim

Un colchón en el piso de la entrada de la casa, sin sábanas y desteñido; dos cuartos pequeños con dos camas y una nevera vacía, es el espacio que tiene Tania Cordero para vivir con sus 13 hijos, en el sector Universitario, uno de los más grandes y con mayor pobreza de Barbacoas, estado Aragua.

“Yo duermo en una cama con los pequeños (cuatro de ellos). Tenemos que dormir así porque no hay donde dormir. Mi hija, la de 15 años, duerme con su hija y con una hermana. Solamente hay tres camas. No tenemos ventilador ni nada de eso”, aseguró.

Sentada en una silla de mimbre, con dos niñas semidesnudas en la piernas, un cepillo para sacar piojos entre los pies y descalza, Cordero, de 42 años de edad, relató que tuvo su primer hijo cuando tenía 15 y al ser cuestionada sobre el padre de sus hijos, dijo sin mucho afán: “Yo los estoy criando a ellos solos. Sola mantengo mi casa”.

“Tengo 18 hijos, me hacen falta cinco que murieron ya. Unos murieron presos y otros se me desaparecieron, se los llevaron un 23 de diciembre. Pasaron a otro barrio, salieron a afeitarse y más nunca regresaron. Eso fue lo que me dijeron: ‘Que estaban desaparecidos’. Yo puse la denuncia, y nunca aparecieron. Era uno de 16 y uno de 14 años de edad. Eso fue hace cuatro años (…) Nadie dice nada, nadie informa nada porque somos pobres y si no es pagando no es nada”, añadió.

Cordero asegura que la situación “no es fácil” y que la crisis que vive el país dificulta todo. “A veces no consigo nada para comer. Como me paro, así me acuesto. No se consigue nada. Salimos al otro día a ver qué se hace. Y ahí seguimos aguantando y nos toca esperar. Con mi mamá consigo algo, salgo para el campo con ella que siembra maíz”, relató a El Nacional Web.

Cordero contó cómo se siente por las mañanas al levantarse y “ver que no consigue nada”. “Me siento terrible, hay veces que uno amanece que no le provoca ni pararse, sin conseguir por ninguna parte. Ahorita en mi nevera no hay nada”, agregó.

Tania sale a trabajar y para llegar hasta “la calle del río”, la que se puede considerar la principal del pueblo, se requiere 30 minutos de caminata bajo un sol inclemente. Su hija de 15 años, quien tiene un bebé, se queda en casa cuidando de sus hermanos.

La mujer asegura que es difícil cuando un miembro de la familia se enferma porque luego “se enferma el otro y el otro”.  Además, no se consiguen los medicamentos y no tienen dinero.

“El otro día mi nieta estaba mal con diarrea y mi hija la ‘sacó‘ para el médico y no le pusieron nada. Ella no tenía para comprar una inyección o una inyectadora para ponerle el tratamiento. No pudo hacer nada. Como se la llevó, se la trajo. Sin ponerle nada, sigue enferma. Para qué la va a seguir llevando si no tiene cómo comprarle las medicinas”, confesó Cordero.

En medio del llano, sin comida, medicinas, ni comodidades, Tania pidió entre lágrimas que la ayuden con sus hijos “hasta que ellos crezcan y sean grandes”. Y que liberen a uno de “los mayores” que está detenido y quien prometió ayudarla con “los pequeños”.

“Hay veces que no almuerzo porque se nos acaba todo”

 

Anselmo Ramón Román, de 68 años de edad, nativo de Barbacoas, estado Aragua, perdió una pierna en 2015 y presenta problemas de la vista. Vive con su mamá, de 95 años, y asegura que su situación es “bastante difícil”

  

Por Veda Everduim | @VedaEverduim

Una bacteria hizo que perdiera su pierna izquierda. Anselmo Ramón Román, de 68 años de edad, vive en una casa en Barbacoas, estado Aragua, y pasa los días en la puerta de su casa sentado en su silla de ruedas.

“Yo no tenía esta condición, estaba activo y tenía una bicicleta. Trabajaba como nadie se imagina y quedé en esta situación. Y mira, aquí estoy, se podría decir que discapacitado”, aseguró el aragüeño.

Tiene doce dedos, seis en cada mano. A Anselmo le gusta conversar y recordar la época en la que “hacía de todo”. Una camisa rosada con el lema “Jesús vive”, un pantalón verde doblado cubriendo lo que queda de su pierna y las manos cruzadas, como de costumbre, mostraron a un hombre nostálgico.

“Yo soy diabético y en 2012 estuve hospitalizado desde el 6 de enero hasta el 17 de diciembre. Me hicieron cuatro operaciones en esta pierna (la derecha), pero después agarré otra bacteria en la izquierda y quedé amputado en 2015”, reveló Román a El Nacional Web.

Además, Anselmo también presenta problemas en la vista: tiene cataratas y le cuesta ver claramente.

“Estuve dos veces en La Misión Milagro para la operación y no me pudieron hacer nada porque en una oportunidad se me subió la tensión y en otra me hacían falta los lentes, quedaron en avisarme. Los estuve llamando, y no llegaron nunca. Después quitaron eso”, señaló.

Anselmo contó que los doctores le recomendaron comer al menos seis veces al día debido a su condición. Sin embargo, no puede cumplirlo por la situación económica. “Tengo necesidades bravas”.

“Hay veces que no almuerzo porque se nos acaba todo. La caja (del Comité Local de Abastecimiento y Producción) tarda para que llegue. Me encantaría que llegara cada 15 días, como dice el presidente (Nicolás Maduro); pero hay veces que no llega en un mes o un mes y pico, y a uno se le ponen las cosas difíciles”, confesó Anselmo.

Contó que para él fue “bastante difícil” pasar de tener actividad a “no trabajar” debido a que antes ayudaba a su familia. Sin embargo, aseguró que ya no piensa en eso porque está resignado.

“Tengo la costumbre de guardar alguito de la pensión así no consiga más nada y compramos aunque sea yuca, ocumo o ñame y eso es lo que comemos solo”, añadió.

Román vive con su madre de 95 años, quien padece de demencia senil y ha sufrido de catalepsia luego de estar 15 días sin tratamientos en el mes de diciembre. “No se conseguía la medicina por ninguna parte”.

“El otro día se me resbaló en el baño y tuve que llamar a los vecinos y me la levantaron. Ella estaba tranquila, pero tiene mucha debilidad”, contó.

Román habla de su madre con ternura y compasión refiriéndose a ella como una compañía. “Se sienta aquí, habla conmigo y a veces pienso que yo necesito más que ella porque camina y yo tengo que hacer todo en la silla”.

“No puedo salir a la calle al menos que me cargue otro. Es bastante difícil”, precisó el hombre.

Anselmo Ramón Román asegura que solo le hacen falta un par de muletas para “por lo menos” poder salir a la calle y hacer todas sus cosas. Mientras la brisa hacía que las hojas de los árboles resonaran, él hablaba desde su experiencia y aseguraba que en la vida “hay que ser honesto y constante en todo lo que se haga”.

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