¡Hasta cuándo!
Guerra a muerte
Pablo Aure
@pabloaure
Es una desgracia tener que escribir estas líneas en pleno siglo XXI, donde la mayoría de las naciones avanzan a la modernidad, a sistemas verdaderamente republicanos y de economías desarrolladas. La semana pasada la Fuerza Armada de la dictadura fusiló a dos jóvenes venezolanos. Ambos hechos constan en videos y todos los hemos visto con profundo dolor. El ajusticiamiento de esos dos muchachos han significado, sin duda, la declaración de guerra de la dictadura en contra de todos los venezolanos desarmados, pero que deseamos un cambio urgente.
Sobre esto tenemos que actuar. No podemos aceptar más vivir a la defensiva. Hay que comenzar a definir estrategias; y aquellos personajes que sigan pensando en procesos electorales que se hagan a un lado y aparezcan cuando cambien las cosas en el país. Que lo asimilen de una vez por todas: el tirano firmó el decreto de guerra a muerte contra la disidencia.
Llegó entonces la hora de decretar la enemistad a los oficialistas que defienden no al gobierno, sino su saqueo; pero también hay que hacerle la guerra a quienes simulan ser opositores pero medran del botín obtenido en contubernio con el régimen. A esos farsantes también hay que ponerlos al descubierto. Si sabemos quiénes son, hagamos lo mismo que hizo Bolívar con los españoles y canarios, es decir, tenemos que tratarlos como nuestros enemigos. Ellos son tan culpables como los que empuñan sus armas contra un pueblo con sed libertaria.
Bolívar no era Gandhi.-
Basta de invocar a Gandhi. Es la hora de invocar a nuestros libertadores. Aquí estamos bajo el dominio de otro país
en combinación con bandas narcoterroristas. Somos millones y ellos, los que nos tienen sometidos, son tres pelagatos. Pero, nos hace falta estrategia en la lucha. No de lucha comeflor. Si Simón Bolívar hubiese actuado con la misma estrategia que utilizó Gandhi todavía
estuviéramos bajo el dominio español.
En estas batallas: o son ellos o somos nosotros. Estamos sometidos y, causas de justificación a la luz del derecho natural, como también del derecho penal, nos sobran para combatir al enemigo. Desgraciadamente, hemos llegado a la
conclusión y debo decirles que los del régimen sí son nuestros enemigos, y no nuestros adversarios (los adversarios se confrontan en las democracias). No son suficientes las ideas, porque ellos no entienden de ideas sino de espacios a defender como sea. Mientras que de este lado, hemos sido civilizados, excesivamente románticos, que creemos y luchamos por un país de oportunidades, un país decente, donde progrese el que trabaje y estudie. Al régimen no le interesa las ideas dela civilidad, mientras más escoria, mayor es su don de mando y más grande es la responsabilidad en esta caterva hamponil que tiene como cuartel un país entero ¡Ese es el infame ogro revolucionario! Un cartel con aceptación mundial, que mantiene agentes diplomáticos y representaciones en los distintos organismos internacionales. O sea, “pranes” reconocidos en el derecho internacional. ¿Ustedes creen que van a soltar esa mantequilla simplemente con dialogar y sin presión militar?
Ellos están armados y dispuestos a todo.-
Basta de edulcorar las frases y los pensamientos. Creo que estamos en horas de describir a plenitud lo que siente la
mayoría de los ciudadanos que salimos a marchar todas las veces que nos convocan. En cada movilización esperamos lo que sospechamos no va a pasar, porque siempre se impone la fuerza salvaje del régimen. Podemos ser miles y no hemos podido lograr lo que cientos de uniformados evitan. Claro: ellos tienen fusiles y dispuestos a todo, mientras que nosotros solo tenemos un puñado de ideas impulsadas por infinidades de razones.
Lo hemos dicho durante años pero la tiranía no ha escuchado nuestras observaciones y otros, desde el lado opositor nos han calificado de radicales y nos intentan apartar para que el régimen no los confunda con nosotros ¡Vaya estupidez!
Marchas multitudinarias que siempre terminan en represión. Ya estamos cansados de seguir “demostrándole al mundo” que somos una mayoría aplastante frente a esos opresores despiadados, que asesinan sin escrúpulos, que fusilan, que ajustician a los disidentes sin importarles que los filmen, porque ellos mismo se encargan de exhibir esas fotos en plenas ejecutorias. Eso es así, los muertos y los heridos son de los sectores democráticos.
Lo digo con propiedad: ya basta de aquella estafa que nos advertía de que cuando saliera el pueblo los militares actuarían. Cierto han actuado, pero para acribillar a los ciudadanos que marchan con escudos, cascos, pancartas, pitos y banderas.
Seguid el ejemplo de los libertadores.-
En los últimos tiempos han surgido “los libertadores”, jóvenes verdaderamente corajudos cuya única arma es su valentía y el arrojo para hacerle frente a los desalmados esbirros al servicio de la dictadura, esos que les disparan y asesinan a quemarropa.
Los jóvenes nos han dado demostraciones de lo que hay que hacer. Desde luego, ha faltado mayor organización y coordinación con la sociedad civil. Cuando escucho los
aplausos y los gritos de “Valiente…valiente” en mi interior me pregunto, ¿son ellos los que deben liberar a Venezuela? ¿Es justo que sean estos muchachos quienes arriesgan su vida?
El resultado de estas protestas donde el régimen acaba con la vida de venezolanos para luego mostrarlos como trofeo debe cesar. Basta de marchas o concentraciones sin estrategias de guerra. Así como lo leen: ¡estamos en guerra! O mejor dicho, estamos en prácticas de guerra, donde los matones del régimen seleccionan el blanco a destruir, que por lo general son los que tienen menos edad como para hacer el asunto más macabro, o quizá para demostrar la agilidad que ellos tienen en el disparo que le pegan al más versátil. Eso es lo que ha pasado amigos.
El que marche que se quede hasta el final.-
Quiero hacer un llamado a todos los que van a las marchas. Quienes hemos permanecido en las calles, es preciso que
entendamos que iremos a una verdadera confrontación. Las muertes ocurren cuando comienza a dispersarse la concentración. No permitamos que sigan asesinando a los
muchachos, estemos del lado de cada escudero. ¡Seamos sus escudos!
Si hay que paralizar el país, que esa paralización no sea pasiva, hagámosla en las calles y en todas aquellas instituciones cuya dirección y administración estén
en manos extranjeras. Por ejemplo: las notarías y registros, que están bajo la dirección de los colonizadores castristas. Basta de guabineo, si sabemos dónde estamos pues manos a la obra.
Finalmente, es oportuno recordarles a los militares que, mientras sigan del lado del opresor, serán nuestros enemigos, y a los
enemigos se les combate hasta someterlos. No esperen carantoñas de ningún demócrata. Están a tiempo de cambiar de bando: o siguen protegiendo la narco dictadura o, se ponen del lado del pueblo que libertó Bolívar. Y por último: aquellos civiles que le hagan comparsa a estos
malhechores, bien sea de soplones, socios o testaferros de la narcorevolución, que entiendan también que, tampoco le
daremos tregua.
Otro sí.-
El que me califique de radical, le sugiero que le anteponga a esa palabra cualquier superlativo. La experiencia nos ha dicho que con blandenguería lo que hacemos es atornillar a esta mafia de hampones en el poder. O son los bandidos quienes gobiernan o es la gente decente la que debe asumir el poder. Ambos no pueden coexistir. ¿Así o más claro?
Pablo Aure