El régimen dictatorial que nos gobierna, en medio de la monstruosa crisis a la que nos condujo, no le ha quedado otra alternativa que la aplicación de la fuerza bruta, para tratar infructuosamente, de paralizar los grandes movimientos libertarios que están presentes en cada calle del país.
Además, de asesinar diariamente a venezolanos dignos, que solo piden respeto a la Constitución, implementan en las cárceles métodos de tortura, para “destruir la integridad física y mental” de los luchadores libertarios. Los personeros del gobierno, comenzando por el primer asesino de la tribu, Nicolás Maduro, tendrán que responder por todos los crimines ya conocidos y suficientemente documentados por el Foro penal venezolano, otras ONGs y por muchos particulares que han logrado conservar las evidencias y consecuencias a través de las redes sociales.
Existen pruebas suficientes del oprobioso régimen carcelario que sufren estos venezolanos, sometidos a tratos crueles, inhumanos, perfectamente tipificados como crímenes internacionales y que son objeto de características específicas como su imprescriptibilidad, lo cual significa simple y llanamente, que en estos casos no existe “la ley del olvido” y nada imposibilitará que se haga justicia. Cada día que el régimen se ve más débil arrecia en la violación de derechos fundamentales y garantías personalísimas amparadas por decenas de instrumentos internacionales.
Debería saber Maduro que la tortura infringida a los presos políticos será castigada y es imprescriptible. Todo esto viene a colación, a propósito de lo que se ha resaltado en los últimos días sobre la forma ominosa y humillante en que son tratados estos luchadores. Junto a la práctica canallesca de la aplicación de juicios ni siquiera militares; son juicios dictatoriales, dirigidos por esbirros, la mayoría cubanos, que son los que mandan en los cuarteles.
Solo personas sin valores y sin ningún tipo de moral, son capaces de estas prácticas, donde la inhumanidad nos estremece pero obliga a continuar la lucha para sacar a estos monstruos a los cuales se les aplicará todo el peso de la normativa internacional.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 5° dice: “nadie será sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
En su artículo 7° señala “someter a una persona sin su libre consentimiento a una experiencia médica o científica, y específicamente bajo la forma de mutilaciones, tratos crueles, torturas, suplicios, daños, ofensas a la dignidad de las personas, particularmente los tratos humillantes y degradantes”.
La Convención Americana de los Derechos Humanos en su artículo 5° “No se invocará ni admitirá como justificación del delito de tortura la existencia de circunstancias tales como estado de guerra, amenaza de guerra, estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales, la inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas; ni la peligrosidad del detenido o penado, ni la inseguridad del establecimiento carcelario o penitenciario pueden justificar la tortura”.
La convención contra la tortura y otros tratos crueles establece que: “tortura es todo acto por el cual se inflige intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia”.
Coinciden los especialistas en señalar: “La noción jurídica del término tortura, adecuándola a nuevas técnicas de tortura “mental”, particularmente de desorientación sensorial, no reduce la tortura como una típica agresión física, considerando otras dimensiones, menos perceptibles del fenómeno, pero igual de impactantes y de alta importancia; como por ejemplo: las privaciones sensoriales –aislamientos, manipulación del sueño etc.–, relacionales o afectivas –despojo de toda asistencia material y espiritual, humillación o amenazas– y la incertidumbre por la suerte física –simulacro de ejecución”.
De tal manera que bajo la protección de la Constitución vigente y de los tratados internacionales, de la jurisprudencia de los órganos globales sobre los crímenes de lesa humanidad, este bandidaje tendrá que ser juzgado y responder ante el mundo por su pernicioso actuar.
Es conmovedor el último grito de Leopoldo López donde acusa las numerosas torturas a que es sometido y de la cual ya conocen todos los órganos internacionales.
Igual se pudo filtrar un video espeluznante del Diputado Wilmer Azuaje, secuestrado por el régimen y así centenares de patriotas venezolanos torturados por Maduro, el torturador y sus edecanes, a los cuales le explicaran que se les respetaran sus derechos como procesados pero que deben responder por los asesinatos, la tortura y todos los procedimientos criminales cometidos y que no hay lugar en la tierra para esconderse. Los sentenciará la justicia global que ya tienen en sus manos los instrumentos,” y que será implacable frente a lo que no tiene justificación”.
El carácter represivo del régimen esta descubierto. Durante las protestas de los últimos dos meses se han asesinado 80 personas. 3.278 han sido detenidos y 1.247 permanecen en esta situación sometidos a vejaciones y bajo la “Justicia Dictatorial”