Dudamel, que es el director musical de la Filarmónica de Los Angeles y de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, acaba de publicar un artículo en El País, de España, y otros periódicos de Estados Unidos, en el que se manifiesta contrario a la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente por parte del régimen de Nicolás Maduro, para cambiar la Constitución vigente en Venezuela y readaptarla a sus intereses de gobierno.
Dudamel se ha expresado muy claramente en su texto, el problema es que lo hace tarde y esa tardanza fastidia su declaración. Nos hace pensar en como Hugo Chávez se aprovechó de su éxito como singular músico para enaltecer su gobierno y la revolución bolivariana. Dudamel fue uno de los asistentes al funeral de estado rendido a Chávez. Las cámaras no parecían tener suficiente metraje del director de orquesta reunido junto a las altas figuras de estado en torno al féretro del líder de la revolución bolivariana.
Para Dudamel siempre ha sido complicado hablar de esta vinculación, en parte porque el programa musical a través del cual su talento consiguió desarrollarse magistralmente y la orquesta que dirige en Venezuela, han estado siempre vinculados al Estado, con o sin Chávez, en la cuarta o en la quinta república. Eso contribuye a excusarlo. En realidad, ¿cuántos artistas no han tenido que silenciar sus alianzas para conseguir reconocimiento y mayores posibilidades de éxito y trabajo? Pero a Dudamel, precisamente por esa notoria exposición se le exige más, y él mismo habrá escuchado la petición de un posicionamiento reiteradas veces.
Hasta que después del éxito de la Consulta Popular del 16 de julio de este año, quizás sintió que estaría lo suficientemente validado para decirle a Maduro que no estaba de acuerdo. Esperó demasiado, sobre todo porque muchos de los que nos manifestamos en esa consulta, lo hicimos recordando a los más de 100 muertos, en su mayoría gente muy joven, que se ha cobrado la represión del régimen de Maduro para aplacar las protestas callejeras.
Conocí a Dudamel una tarde en Madrid, después de un magnífico concierto que había finalizado con ese medley de melodías latinoamericanas que él cuela tan bien junto a sinfonías de Beethoven o Mahler. En esa época gustaba de vestir una chaqueta con los colores de la bandera venezolana y mucha gente se hacía la pregunta de si Dudamel apoyaba la revolución, era un producto de ella o solamente pasaba por ahí. Dudamel jamás especificó ninguna de las tres.
Era la espinilla. En su artículo de esta semana, me habría gustado que en vez de escribir que “mis compatriotas –en Venezuela y en el exterior– expresaron su rechazo a los planes gubernamentales (en la consulta popular del 16 de julio)”, hubiera cambiado ese expresaron por expresamos. Quizás así, la espinilla habría desaparecido del todo.
via www.factormm.com