Entre la narco-espada del régimen y la gelatinosa pared del oportunismo
Por
Gustavo Coronel
El país Venezuela está en su peor momento desde la Guerra Federal o desde la emigración a Oriente. Más de un millón (dicen que hasta dos millones) de venezolanos han dejado al país y, francamente, muchos otros millones más lo harían si pudieran. Los venezolanos que han luchado en las calles, que han desafiado al narco-régimen y, que gracias a esa lucha, habían logrado debilitar significativamente al régimen, ven como el “Estado Mayor” de la batalla, los líderes quienes convocaban al pueblo a las calles y denunciaban vigorosamente la represión del narco-régimen, se han bajado de sus monturas y corren presurosos hacia los sitios donde podrán inscribirse como candidatos para un nuevo torneo electoral organizado por el narco-régimen. Este torneo electoral ha aparecido abruptamente en el panorama, regulado por una Asamblea Constituyente fraudulenta, esa cueva de ladrones, adulantes e iletrados, manejados por un gorila con un mazo en la mano. Su ejecución estará, una vez más, a cargo de un Consejo Nacional Electoral desprestigiado, gracias al grupo de mujeres indignas y carentes de todo sentido del honor que lo preside. Será supervisado por militares armados al mando de oficiales traidores a la Constitución. Mientras este llamado a elecciones es atendido presurosamente por líderes quienes le han dado la espalda al país, la Asamblea Nacional elegida legalmente por el pueblo le cede su espacio en silencio a la Prostituyente y los alcaldes nombrados por el pueblo son puestos en prisión. En paralelo el único miembro independiente del CNE, el Sr. Rondón, se baja los calzones ante el narco-régimen para ser readmitido. En un acto de incoherencia, Henrique Capriles censura a Rondón mientras anuncia los preparativos de su tolda política para las elecciones a ser supervisadas por el narco-régimen. Los partidos políticos se apresuran a participar en este evento, bajo el lema de “Agarrando aunque sea fallo”, excepto los liderados por María Corina Machado y Antonio Ledezma. Freddy Guevara ha pasado de coordinador de marchas y trancas a coordinar los preparativos electorales para su partido. Falcón y Rosales se muestran alborozados. Políticos del Plioceno Inferior, como Enrique Mendoza, reaparecen para competir por las gobernaciones, después de un larguísimo silencio frente a los abusos del régimen.
Estas elecciones regionales serían una verdadera fiesta de la democracia si no estuvieran signadas por el fraude y el abuso. La asistencia de la oposición sería muy deseable si ellas no se efectuaran en el chiquero político actual, bajo la reglas de los porquerizos. Es fácil hacerle creer a la gente que toda elección es buena. Lo difícil es tener la fortitud moral para saber distinguir entre un torneo electoral democrático y una maniobra que servirá para validar al narco-régimen, el cual ha demostrado ser bastante más astuto, con la ayuda cubana, que los gelatinosos líderes de nuestra oposición. Como dice Antonio Delgado en El Nuevo Herald, el narco-régimen les ha encontrado su punto débil, el ansia de poder político, aunque tal poder sea imaginario y tenga un altísimo costo moral.
El argumento central de quienes han decidido abandonar la vía de la rebelión ciudadana para ir a elecciones que le garantizarán a Maduro llegar tranquilo hasta 2019 es “NO CEDER ESPACIOS”, asumiendo que con la victoria, si es que se la conceden, lograrán el control de las gobernaciones. Basta ver el grado de control que pudo lograr Antonio Ledezma en su Alcaldía Mayor y el grado de control que logró la Asamblea Nacional después de su resonante victoria de diciembre 2015. Uno y otros fueron desconocidos, fueron perseguidos por la barbarie, les fueron negados los dineros que las leyes le conceden para hacer su trabajo. Fueron puestos en la cárcel, unos, y abofeteados otros por los guardias nazi-onales.
Con el manso recule que han llevado a cabo los partidos políticos de oposición las calles se han enfriado, el gobierno respira. Al ver esto, el suave e incoloro Secretario General de la ONU aprovecha para decir que “ni injerencia ni autoritarismo para Venezuela”, la Bachelet dice que no “apoyará un golpe de estado en Venezuela (pero su silencio si lo apoya) y el Papa continúa callado. Para rematar la tragedia de los venezolanos apareció Trump amenazando con una acción militar, lo cual le dio al narco-régimen ocasión para que el traidor a su uniforme, Padrino López, se lanzara con una proclama digna de los más cursis caudillos decimonónicos. Una acción policial regional sería necesaria para liberar al pueblo venezolano en rehenes pero quien lo anunció y la manera como lo hizo permitió el resurgimiento del patrioterismo hipócrita, lleno de palabras vacías. Un rayo de esperanza es lo dicho por el vicepresidente de USA, Pence, al decir que lo que se proyecta es aplicar sanciones individuales, diplomáticas y económicas. Adelante, Pence!
Lo que el pueblo venezolano deseaba, en su abrumadora mayoría, era continuar la presión ciudadana y lograr el apoyo de USA mediante sanciones individuales a los narcos del régimen y sanciones económicas, lograr sanciones diplomáticas severas por parte de los gobiernos de la región y de la Unión Europea, aislando al narco-régimen política y diplomáticamente. Ahora el país ha sido desviado hacia un torneo electoral que es una migaja lanzada a nuestros políticos de oficio, quienes recibirán el castigo del pueblo.
El liderazgo verdadero tiene que estar basado en la ética. Leo artículos en defensa de la decisión de ir a votar en las elecciones regionales en los cuales se dice que “nadie es perfecto”, que “nuestros líderes de oposición simplemente no poseen el componente ético porque ello no se estila en política”. ¿Qué es esto? ¿Es que la ética y la política pueden andar cada una por su lado? El ejercicio de la política sin ética, sin principios y sin valores, ha conducido a la humanidad a las peores catástrofes.
Se ha llegado a pensar en Venezuela que la ética es un cuento infantil. Alguien dijo hace poco, nada menos que un distinguido demócrata chileno muy apreciado en Venezuela, Sergio Bitar, que “uno no gana en política con ética sino con poder”, ver: http://prodavinci.com/2017/08/13/actualidad/sergio-bitar-uno-no-gana-con-etica-en-la-politica-gana-con-poder-por-hugo-prieto/ . Bitar es coautor de un libro en el cual se habla de cómo varios países bajo dictaduras han logrado la transición a la democracia en base a negociaciones entre los dictadores y la oposición. El libro es valioso pero es utilizado en Venezuela por algunos líderes políticos para sustentar la tesis de que debemos ir a negociar con el narco-régimen, porque eso fue lo que se hizo en otros países. El error de este argumento es extrapolar las condiciones existentes en otros países al caso venezolano y concluir en que lo que sirvió en España o Polonia también serviría en Venezuela. La verdad es que lo que proponen Zapatero, Falcón, Samper y Rosales para Venezuela es simplemente grotesco.
Venezuela ha abandonado la ruta de la rebelión ciudadana. Paradójicamente, quienes adversan esta ruta la consideran un atajo, ya que la única ruta válida para ellos sería la electoral. Concuerdo en que la ruta electoral es la deseable en una democracia pero, en nuestra Venezuela de hoy, frente a la horrorosa realidad política, económica y social imperante en el país, la verdadera ruta es la rebelión ciudadana, mientras que la ruta electoral, tal como se le plantea al país con las elecciones regionales, constituye el atajo, el mendrugo que los millonarios del poder inmoral lanza a los políticos profesionales.
POST DATA
Para quienes piensen que esto no tiene solución, déjenme decirles que la implosión financiera del régimen acaba de acelerarse. Los acreedores de PDVSA amenazan con tomar a Citgo. La soga financiera en torno al pescuezo de Maduro se aprieta significativamente. Este régimen caerá, a pesar de los esfuerzos de cierta oposición. Luego, tendremos que reconstruir al país. Esta será una tarea de 20 años.