Cuba tiene hoy en Venezuela sesenta mil efectivos, algunos de ellos médicos y entrenadores deportivos, pero todos agentes de inteligencia y seguridad
Durante los diez años de la guerra de independencia en Venezuela, unos 22 mil soldados españoles llegaron para combatir al ejercito libertador de Simón Bolívar. Doscientos años más tarde, Cuba tiene hoy en Venezuela sesenta mil efectivos, algunos de ellos médicos y entrenadores deportivos, pero todos agentes de inteligencia y seguridad.
Contingente complementado por oficiales militares que dirigen la represión y tortura de disidentes, y que tutelan la fuerza armada venezolana al igual que los servicios policiales, de identificación, de inteligencia y de registros. En suma: Cuba hoy es el equivalente a la “Potencia Ocupante” de Venezuela
Semejante realidad representa la mayor ocupación extranjera en toda nuestra historia, convirtiendo a Venezuela en su colonia, a la que le exprime diariamente 100 mil barriles de petróleo. Sin duda, la más exitosa iniciativa del llamado ”internacionalismo cubano”, lograda sin disparar un solo tiro, gracias a Hugo Chávez, que les entregó nuestro país, en el mayor acto de traición a la patria.
La ocupación cubana no ha generado mayores protestas, ni siquiera del vecino del norte que, por más de medio siglo, los ha mantenido inquietos. Del mismo modo, tampoco los asentamientos de narco guerrilleros de las FARC y del ELN en puntos estratégicos de nuestra frontera con Colombia que, gracias a una asociación perversa y criminal con jerarcas civiles y militares de la narco tiranía venezolana iniciada al llegar Hugo Chávez a la presidencia, han venido convirtiendo al país en el sitio de paso más importante para el tráfico de drogas; al punto de ser calificada Venezuela como “la mayor autopista de la droga del planeta”. Y la más segura, gracias a la protección militar y policial.
El próximo capítulo de esta desgracia será que con las FARC legitimadas y empoderadas como el partido político con más recursos del continente, unidas a sus pares venezolanos, pueden darle paso a la recreación de la Gran Colombia, pero del Narcotráfico. El tráfico de armas, sumado al lavado de dinero, a las prácticas corruptas y al terrorismo, se han convertido en amenazas reales para todo el continente, no solo para Estados Unidos.
En medio de esta trágica situación, surge la inesperada declaración del Presidente Donald Trump de que todas las opciones en el caso de Venezuela estaban abiertas, y que podía “incluir acciones militares, porque en Venezuela su gente sufría y moría”. Trump no venía de jugar golf, sino de una reunión con su Consejo Nacional de Seguridad donde, evidentemente, ni siquiera el caso de Corea del Norte logró evitar discutir la situación venezolana.
Esta declaración sigue a la del Director de la CIA, que denunció la presencia en Venezuela de grupos asociados al terrorismo, que representa un peligro para la seguridad de los Estados Unidos. De hecho, la reciente visita del Vicepresidente Mike Pence a la Argentina, Chile, Colombia y Perú, estuvo centrada en el peligro que representa el gobierno chavista para toda la región. Pence intentó auscultar la disposición de estos gobiernos a acompañar a Estados Unidos en acciones dirigidas a sancionar con mayor contundencia al régimen de Caracas, sin que se excluyan acciones de carácter militar, que no significan obligatoriamente invasiones ni bombardeos. El nivel de precisión alcanzado por la tecnología militar y los recursos cibernéticos bélicos no requieren movilización de tropas para neutralizar fuerzas adversas.
Nunca antes un presidente norteamericano se había pronunciado de manera tan categórica. Ni George W. Bush, ni Bill Clinton, ni Barack Obama. Pero el hecho de levantar la opción militar para rescatar la libertad y desalojar la ocupación cubana, los carteles de las drogas y otros grupos altamente peligrosos, que operan bajo la protección del régimen, desató una reacción de rechazo. Antonio Sánchez, filósofo chileno-venezolano, dijo algo muy cierto: “Cuba sí puede y tiene derecho de oprimir a Venezuela, pero a los yanquis les está vedado el derecho de asistir a su liberación”.
“Cuba sí, yanquis no”, está implícito en la censura a Trump, pero creo muchas de ellas obedecen más a estar en contra del presidente norteamericano que por el contenido de su declaración, o por falta de interés real a la suerte de mi país.
Algunos destacan que Trump, al mencionar la opción militar, fortalece al régimen de Maduro. Los mismos argumentaban antes que aplicar sanciones tendría el mismo efecto. Ambos argumentos son absolutamente falsos, como lo reflejan las encuestas. Los venezolanos, no necesariamente todos sus políticos, apoyarían cualquier medida que nos permita ser libres de nuevo, ante la inminente perpetuación de una narco tiranía militarizada que no dejará el poder ni normal, ni pacíficamente, y menos aún con elecciones.
Solo ingenuos pueden imaginar que los jerarcas civiles y militares culpables de crímenes de lesa humanidad se marcharán gracias a elecciones, y que los sesenta mil ocupantes cubanos en el país están de adorno, y mucho menos los narcotraficantes y los asociados a causas terroristas.
He participado en discusiones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en representación de mi país sobre la tragedia en la Antigua Yugoslavia, donde prevaleció la espera, las negociaciones, y la asistencia humanitaria. Al final, esa tragedia tuvo una salida militar, tras haberle costado la vida a más de 200 mil bosniacos, la violación de 20 mil de sus mujeres y la erradicación de sus hogares a más de un millón de personas.
Admito que mi apreciación sobre la desgracia de mi país y de nuestra gente la hago más como un ciudadano, que le duele ver sufrir a su gente, que como un diplomático que ha visto en primera fila cómo han sufrido otros pueblos por la desidia, la indiferencia y la complicidad de otros.
Entiendo que a muchos no les agrade Trump, pero como venezolano valoro su solidaridad al demostrar tener un sentido real de la urgencia de atender nuestra desgracia. Replicar a Cuba con petróleo y narcos sería una tragedia para todos, incluyendo a los que hoy por adversar al presidente de los Estados Unidos marginan el hecho de que lo que está en juego no es Trump, sino Venezuela. Esto se traduce en: Para ocupantes tenemos a Cuba.