La sociedad civil ha dado el todo por el todo. Ha sido la gran protagonista de los pocos aciertos de la oposición venezolana. Lleva casi veinte años marchando y saliendo a las protestas previa convocatoria de quienes emergen mediáticamente y asumen la vocería opositora. Pero, del mismo modo que ha sido la protagonista, ya se siente en las calles una inmensa decepción de esa casta política que la ha convocado. En efecto. Se decepcionó porque descubrió la estafa. Nada más desagradable que sentirse utilizados para fines inconfesables.
La ralea de personajes malignos con disfraz de opositores exhibía las protestas con el propósito de negociar la “tranquilidad” del país. Este año fue la demostración inequívoca de lo que aquí afirmo.
Millones de personas exigieron la salida del régimen. En las calles el grito era: ¡Libertad! Grito que se plasmó en la maravillosa jornada plebiscitaria del 16J donde más de siete millones y medio de venezolanos fijaron la ruta. Sin embargo, una vez más, los cogollos ungidos como voceros la traicionaron al aceptar unas elecciones de gobernadores, que resultó un monumental fraude, y sabían que así iba a pasar, no obstante, utilizaron la buena fe ciudadana quienes apostaron a la esperanza apartando la desconfianza. Siguieron a los que ellos consideraban sus líderes, quienes reclamaban no ceder espacios. El final ya es conocido. Cinco gobernaciones, una defenestrada y cuatro arrodilladas a la dictadura. O sea, esos cogollos que reclamaban más espacios, nuevamente se doblaron y sin dar la pelea, entregaron de forma descarada a la dictadura “los espacios”. Era preferible continuar las denuncias y las protestas implorando el auxilio internacional.
Basta de seguir reclamándole a la sociedad civil porque, ella no es la culpable de los desmanes de los negociadores mimetizados en la oposición.
Hoy la exigencia debe ser a la Asamblea Nacional, único Poder que, aunque doblado, todavía en el papel está en manos de la oposición. Lamentablemente esos diputados, recordando el argot criollo, resultaron ser puro “buche y pluma”. Se dejaron padrotear por Henry Ramos que se encargó de llevarlos al barrial del descrédito.
Si los diputados sabían que estábamos en dictadura, tenían que haber sabido también que sus decisiones legislativas jamás se cumplirían como si estuviéramos en democracia. En el 2015 asumieron la representación popular, no para fanfarronear o, comer flores, sino para jugárselas como se las ha jugado la sociedad civil en estos largos dieciocho años. ¿Qué les pasó? ¿Cómo dejaron perder el espacio que representa el Parlamento? ¿Cuál fue el negocio?
Sin guabineo
Por más que anhelemos salir de esta tiranía a través de procesos electorales, es el momento de recalcular y de entrar en razón.
Sé que muchos de manera romántica se empecinan en el voto, porque consideran que es la única arma con que cuentan los civiles para poner y quitar gobernantes. Eso no es del todo cierto, pues en un sistema democrático, y más aún, republicano, se supone que los poderes son autónomos y funcionan, por lo tanto, existe balance entre los Poderes y de ser necesario, ocurren casos de enjuiciamientos políticos y destituciones de gobernantes, procedimientos estos, perfectamente apegados a la Ley. En Venezuela, sabiendo las trampas rojas en materia electoral, en vez de pedir un referéndum revocatorio, se podía presionar para provocar la renuncia, ejecutar el abandono del cargo declarado por la Asamblea Nacional, determinar que quien funge de presidente no es venezolano, como se asegura, hacer declaratoria de insania mental por parte del TSJ. Destitución por declararse con lugar un antejuicio de mérito incoado por la Fiscalía General de la República y la posterior condena penal del TSJ, aunque sabemos que estas dos última hubiesen sido imposible por el secuestro que la mafia tiene sobre el poder judicial.
Es decir en democracia, además de lo normal que es el vencimiento del periodo para el cual fue electo, también se puede sacar al presidente de otras muchísimas maneras. Repito, eso es en democracia.
En una dictadura, con socios internacionales ligados al narcotráfico, al terrorismo y demás tipos penales enlazados con la delincuencia organizada, jamás imaginemos que saldrán a fuerza de votos. Eso es un desvarío.
Un criminal no respeta la ley, mucho menos respetará la expresión popular. El delincuente ataca a la sociedad y siempre buscará someterla por la fuerza bruta y, si ejerce funciones de gobierno, construirá todo el aparataje jurídico que lo proteja. Eso es lo que ha ocurrido en Venezuela.
Ni que las oportunidades electorales la pinten los cogollos opositores del color que quieran, jamás se logrará desalojar a los malandros de su guarida que en este caso es un gigantesco cuartel poderosamente artillado y barnizado por decisiones de las espurias instituciones.
El descaro no tiene dimensiones, lograron convertir una pírrica minoría en una imponente mayoría representada en el lupanar que el oficialismo calificó como asamblea nacional constituyente, que aunque desconocido por más de siete millones y medio de ciudadanos, allí se juramentaron los cuatro gobernadores adecos y que, desobedeciendo la línea del partido. ¡Sí Luis!
No nos queda mucho tiempo
Amigos si la salida no es electoral, pues entonces no hay que seguir dándole vueltas a este enojoso asunto. La salida lamentablemente será traumática. La sociedad civil no tiene armas, ni tampoco quiere tenerlas, en tal sentido hay que solicitar la ayuda. Que se entienda bien, no hablo de golpes de Estado, nada de eso, lo que se implora es el cumplimiento de la Constitución que este régimen forajido ha sido contumaz en desobedecerla.
Venezuela es signataria de infinidades de tratados que protegen los Derechos Humanos y la democracia. En esos pactos internacionales han intervenido organismos del hemisferio americano pero también del mundo entero, esos organismos tienen el mecanismo de ayudar a los pueblos a recuperar la democracia. Es la hora de decir las verdades y saber que los venezolanos sin la asistencia militar estaremos condenados a vivir ad infinitum bajo este yugo tiránico. Y aquí debemos tocar un tema delicado, pues lo que sucede puertas adentro de las FANB debería ser el primer tema discutido por todos, pues la verdad es que el régimen está desmantelando las fuerzas armadas para usarlas con mayor confianza en sus fines oscuros, tanto así, que un día de estos nos van a madrugar y decir que su nuevo nombre será: Milicia de la Revolución Bolivariana. Ojo con esto. Ya hay denuncias de pilotos de la Fuerza Aérea Venezolana donde informan que tienen que esperar para sus entrenamientos entre uno y dos meses, porque no hay aviones o helicópteros; lo que se escucha ocurre en la Guardia Nacional, es más aterrador, nos dicen que hay graduaciones exprés, en tres meses de “instrucción” ya salen alistados para ese componente.
Señores, mientras en el sector democratico discutimos lo que pasó el 15/Octubre, o el error de los gobernadores de haberse juramentado en la “prostituyente”, en el mundo militar hay un hervidero generado por las perversas inteciones del “castromadurismo”
Siendo esto así, no nos sorprendamos de lo que pueda ocurrir en los proximos días.