Cómo es Nueva Caledonia, el archipiélago con playas paradisiacas que decidirá en un referéndum si independizarse de Francia
Fuente: BBC Mundo
El Centro cultural Tjibaou en Nouméa. El archipiélago de Nueva Caledonia está ubicado a unos 1.500 kilómetros al este de Australia
Mientras España atraviesa una crisis por las pretensiones independentistas de Cataluña, Francia confirmó la noticia de que en un año podría perder territorio.
Nueva Caledonia, circunscripción francesa en el océano Pacífico, celebrará un referéndum de independencia en 2018.
Pero, a diferencia del realizado el pasado 1 de octubre en Cataluña, la votación será producto de un acuerdo alcanzado con el gobierno galo.
El archipiélago, ubicado a unos 1.500 kilómetros al este de Australia, es todavía parte de las 11 regiones y colectividades habitadas que Francia mantiene fuera de Europa.
Tienen un status sui generis, que le confiere mayor autonomía que al resto de dominios.
Pero pronto, este lugar de apenas 18.575 kilómetros cuadrados podría dar el paso que le falta hacia la soberanía definitiva.
El jueves, los líderes del conjunto de islas sostuvieron nueve horas de conversaciones con ministros franceses en París, en las que acordaron celebrar el plebiscito para consumar o no la separación de ambas naciones.
Los neocaledonios tienen plazo hasta noviembre de 2018 para votar.
Si la mayoría opta por la independencia, su “patria” sería la primera en emanciparse de Francia desde Djibouti (1977) y Vanuatu (1980).
Pero ¿cómo unas islas tan pequeñas a casi 17.000 kilómetros de la capital francesa terminaron dependiendo de París?
Colonia penal
En 1774, el explorador británico James Cook llegó las islas que ahora forman Nueva Caledonia y las llamó de esa forma por el nombre latino de Escocia.
Pero Auguste Febvrier Despointes, comandante de la división naval francesa en Oceanía, tomó posesión del territorio en 1853, como forma de anticiparse a un intento similar por parte de los británicos, según la página oficial de turismo de la región.
Un año más tarde, se fundó la ciudad de Numea, que hasta ahora es la capital del archipiélago.
Napoleón III, el último emperador de Francia, decidió en 1864 que Nueva Caledonia funcionara como una colonia penal, por la enorme distancia que la separaba de Europa.
Hasta que la prisión cerró en 1897, recibió alrededor de 5.000 presos, según la página oficial del estado.
Desde entonces, los franceses aprovecharon otra ventaja de este terreno de ultramar, que a diferencia de la lejanía, sí era rentable.
Azul, verde y turquesa
A fines del siglo XIX, los colonos empezaron a extraer níquel de Nueva Caledonia.
En la década de 1960, se desató un boom de este mineral, que ayudó a “impulsar el desarrollo económico del archipiélago”, según su página web.
La región tiene alrededor de un cuarto de los depósitos de níquel del mundo y, de acuerdo al sitio digital, esta materia prima, entre otras, aporta el 20% de su producto bruto interno.
Pero la actividad minera no opaca los atractivos paisajes de Nueva Caledonia.
La isla principal del archipiélago, Grande Terre, está rodeada por un enorme arrecife de coral.
Este arrecife forma unas impresionantes lagunas que fueron declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco en 2008.
Estos lugares atraen cerca de 8.000 turistas al mes, según las últimas estadísticas del Fondo Monetario Internacional.
“Las deslumbrantes lagunas de Nueva Caledonia la rodean con todos los tonos de azul, verde y turquesa”, dice la guía turística Lonely Planet. “La luz y el espacio simplemente deleitarán tus sentidos”.
Pero aunque usted no lo crea, estas islas que se ven tan apacibles en los folletos turísticos, han sido escenario escenario de episodios violentos.
Rehenes en una cueva
Ahora, el archipiélago tiene unos 250.000 habitantes, entre kanaks (indígenas) y europeos.
Los kanaks constituyen alrededor del 45% de la población, mientras que los europeos, que en su mayoría nacieron en la isla, son alrededor de un tercio.
La relación entre ambos grupos ha estado llena de conflictos.
En 1878 los kanaks, liderados por el Gran Jefe Ataï, se rebelaron contra los franceses, pero solo consiguieron provocar una mayor represión por parte de los colonos.
En la década de 1980, el creciente sentimiento independentista causó violentos disturbios y enfrentamientos entre las fuerzas francesas y los indígenas kanaks.
El conflicto alcanzó el clímax cuando los separatistas kanaks retuvieron a un grupo de gendarmes franceses como rehenes en una cueva.
La respuesta de Francia para liberar a sus oficiales causó la muerte de 19 kanaks y dos soldados.
La reconciliación entre ambos bandos llegó en 1988, con el Acuerdo de Matignon, que proponía poner fin al gobierno directo de París y votar sobre la independencia en 1998.
Pero en 1998 no se realizó la consulta, sino que se firmó el Acuerdo de Numea.
El nuevo pacto estableció un cronograma para la transferencia gradual de responsabilidades de Francia al archipiélago, para una descolonización progresiva, y pospuso el referéndum hasta 2018 a más tardar.
Ahora ese plazo está por cumplirse y los neocaledonios deben decidir sobre su destino.
Sobre el referéndum
El primer ministro francés, Édouard Philippe, dijo que las conversaciones del jueves entre Francia y su región “dieron como resultado un acuerdo político” y que había “confianza”.
Detalló que el gobierno y los políticos de Nueva Caledonia estaban de acuerdo con el tamaño del electorado, las ubicaciones para los centros de votación y la presencia de observadores electorales de la ONU.
Pero la redacción de la pregunta del referéndum aún no se decide.
Actualmente, Nueva Caledonia está representada en el parlamento francés por dos diputados y dos senadores.
Tiene un congreso propio que elige a un ejecutivo con poderes para decidir sobre áreas como la policía, la educación y las leyes locales.
El archipiélago reconoce como cabeza de estado al presidente de Francia y a la vez es dirigida por un “presidente de gobierno”.
Desde 2015 este puesto es ocupado por Philippe Germain, miembro del partido anti independentista Caledonia Unida.
En mayo, Emmanuel Macron, el mandatario francés, dijo que Nueva Caledonia estaba luchando con altas tasas de desempleo, fracaso educativo, alcoholismo y delincuencia juvenil.
Señaló que esperaba que el territorio siguiera siendo parte de su país, ya que “allí la presencia francesa es necesaria para garantizar la paz y el desarrollo”.