El no va más del eclipse de la superluna de sangre azul
J. de J.
El próximo miércoles una curiosa coincidencia que no se repetía desde hace 150 años dará a los científicos una oportunidad especial para estudiar nuestro satélite natural.
Ocurrirá el próximo miércoles, 31 de enero, jornada en la que la Luna se convertirá en protagonista. Porque difícilmente le pueden suceder más cosas a la vez. Se producirá un eclipse lunar total, visible no desde este punto del planeta (porque nos pilla del día), pero sí en el oeste de América del Norte, Asia oriental, Australia y Pacífico, que teñirá temporalmente de rojo el disco del satélite. Pero es que además habrá una superluna, que los anglosajones denominan azul por ser la segunda luna llena del mes en el calendario, no por su color real. En resumen, en el cielo podrá contemplarse un eclipse de superluna de sangre azul, un pomposo nombre para describir un acontecimiento celeste que no se producía desde hace 150 años.
El fenómeno es solo una curiosa coincidencia, sin implicaciones de ningún tipo para nuestro planeta. Desde el punto de vista astronómico, el mayor interés residirá en las observaciones y medidas tomadas durante el transcurso del eclipse total, que permitirá a los investigadores ver qué sucede cuando la superficie de la Luna se enfría rápidamente. Esta información les ayudará a comprender algunas de las características del regolito, la mezcla de terreno y rocas sueltas en la superficie, y cómo cambia con el tiempo, según informa la NASA en un comunicado.
«Durante un eclipse lunar, la oscilación de la temperatura es tan drástica que es como si la superficie de la Luna pasara de estar en un horno a estar en un congelador en unas pocas horas», explica Noah Petro, científico del Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA (LRO), en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales en Greenbelt, Maryland (EE.UU.).
Normalmente, las transiciones dentro y fuera de la oscuridad, y los cambios de temperatura que las acompañan, se extienden a lo largo de un día lunar, que dura 29 días y medio de la Tierra. Sin embargo, un eclipse lunar produce estos cambios a gran velocidad.
Desde el Observatorio Haleakala en la isla de Maui en Hawái, el equipo observará en ciertas longitudes de onda invisibles cómo distintos puntos de la superficie lunar retienen el calor durante el eclipse. «Toda la naturaleza de la Luna cambia cuando observamos con una cámara térmica durante un eclipse», asegura Paul Hayne, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado en Boulder. «En la oscuridad, muchos cráteres familiares y otras formaciones no se pueden ver, y las áreas normalmente no descritas alrededor de algunos cráteres comienzan a ‘brillar’, porque las rocas todavía están calientes», indica.
Los cambios a corto plazo debido al eclipse proporcionarán detalles del material fino y la capa superior del regolito. Al compararlos con otras observaciones a largo plazo, el equipo puede detectar variaciones en áreas particulares, por ejemplo, los remolinos lunares en Reiner Gamma o un cráter de impacto y los restos sueltos a su alrededor.
Lugares de alunizaje
Este tipo de información es útil para fines prácticos, como buscar sitios de alunizaje adecuados para futuras misiones a la Luna. También ayuda a los investigadores a comprender la evolución de la superficie del satélite. «Estos estudios nos ayudarán a contar la historia de cómo los impactos grandes y pequeños están cambiando la superficie de la Luna durante el tiempo geológico», dice Petro.
El público en general no se detendrá en aspectos tan técnicos, pero también puede disfrutar del espectáculo. Los que tengan entradas de primera, aquellos que estén en las partes del mundo nocturnas, podrán observar cómo la noche se vuelve cada vez más oscura debido al eclipse. La Luna quedará totalmente oculta por la sombra proyectada por la Tierra (la umbra), momento en el que se tornará rojiza o anaranjada, por lo que se denomina «de sangre». El resto nos perderemos ese juego del triplete, pero nos queda la superluna azul. La segunda luna llena del mes, un fenómeno que por sí solo se denomina «Luna azul», será también la segunda y última superluna del año debido a que pasa por el punto más cercano a la Tierra en su órbita (perigeo). La primera se produjo el 2 de enero. En esos casos, el diámetro de la luna puede aumentar hasta en un 14% y su brillo, un 30%. A simple vista, es difícil de apreciar.
Después de este año, la próxima vez que una Luna azul pase a través de la umbra de la Tierra será el 31 de diciembre de 2028 y, después de eso, el 31 de enero de 2037. Ambos eclipses serán totales.