El mañana sin chavismo
por
Gustavo Coronel
La caída del narco-régimen chavista de Nicolás Maduro se vislumbra a corto plazo, aun cuando los venezolanos no movieran un dedo para sacarlo del poder. Ello sería el resultado del creciente colapso de todas las instituciones y sectores del país, algo que está a la vista de todos. Desde afuera la Unión Europea impone nuevas sanciones, el rey de España pide ayuda a USA para expulsar al narco-régimen del poder; el vicepresidente de USA, Pence, viaja a la región a promover el endurecimiento de las sanciones; el Club de París analiza la cesación de pagos del régimen venezolano; la ONU envía informe condenatorio de Venezuela al tribunal Internacional de Justicia; la OEA envía su informe igualmente condenatorio a La Haya; La Organización Internacional del Trabajo investiga las violaciones del derecho laboral venezolano; la Organización Panamericana de la Salud emite un informe muy crítico sobre la crisis de salud en Venezuela
Maduro trata de contener este tsunami de podredumbre rotando desesperadamente su pequeño entorno de ladrones y jineteros políticos; Delcy Rodríguez es ahora vicepresidente; El Aissami ministro de un nuevo ministerio; Diosdado Cabello y su esposa se re-enchufan; el sobrino de Calixto salta al BCV; Rafael Ramírez utiliza sus “ahorros” en pintarse como víctima; Jorge Giordani es ahora un crítico del régimen del cual fue figura protagónica. El incesto político alterna con la cobardía y el cinismo.
Sin embargo, es necesario que el país se ponga de pie, se levante, se rebele. ¿Por qué? Hay dos poderosas razones.
La primera es el severo precio que Venezuela paga por cada día que el narco-régimen permanece en el poder. Es un precio inaceptable en términos de muertes, angustia, miseria, persecuciones, tristezas y lágrimas. Venezuela se ha convertido en un ejemplo de degradación colectiva ante los ojos asombrados de la región. Esto no es aceptable porque niega nuestra historia y nuestras aspiraciones de ser un país civilizado.
La segunda es que la sociedad venezolana se ha deteriorado en sus principios y valores, permitiendo que un grupo de ignorantes y corruptos, de mediocres y abusadores, le haya puesto la bota encima por casi 20 años. La Fuerza Armada se ha convertido en principal cómplice en el saqueo del país, acción que la condenará por siempre ante los ojos de los venezolanos amantes de la civilidad y la libertad. La oposición ha tenido brillantes momentos y ha puesto sus mártires pero la masa crítica ha fallado, dando un paso atrás cuando era necesario echar el resto. Es increíble que aún hoy en día existan miembros de la llamada oposición que favorezcan un entendimiento con el narco-régimen. Si Venezuela desea redimir su buen nombre en el concierto de las naciones debe expulsar al narco-régimen de su seno, no esperar a que alguien lo haga por ella. En realidad, nadie lo va a hacer, a menos que exista, en paralelo, un estado de abierta rebelión interna que demuestre que existe coraje colectivo y una reserva moral en el liderazgo del país.
Por ello, es urgente que líderes como Ledezma, Leopoldo, María Corina, Arria, Ugalde, Aristeguieta y los líderes de los sectores de la sociedad civil venezolana se reúnan a la brevedad posible para organizar una huelga general que pueda poner al país de pie y pedir al mundo exterior su apoyo en lo que debe ser un enfrentamiento final con el narco-régimen. Todas las condiciones están dadas, menos la decisión de ir adelante.
La salida del narco-régimen, cuando se haga efectiva, debe ser seguida por una transición muy breve, donde el nuevo presidente sea, bien el presidente de la Asamblea Nacional o, si ello se decidiese por común acuerdo, se estructurara un triunvirato civil, ninguno de cuyos miembros sería elegible para una candidatura presidencial posterior. Este triunvirato, apoyado por la Asamblea Nacional genuina, debería fijar la fecha de las elecciones presidenciales, a ser supervisadas por un nuevo CNE y por organismos internacionales, a ser llevada a cabo con contaje manual, como el celebrado en Colombia recientemente.
¿Quiénes podrían ser miembros de este triunvirato? Hay suficientes venezolanos capaces de integrarlo.
Pienso en personas del tipo de Luis Ugalde, Moisés Naím, Asdrúbal Aguiar, Diego Arria, Gustavo Tarre, María Corina Machado, Alfredo Romero, Paulina Gamus, Gerver Torres, Enrique Aristeguieta Gramcko, Carlos Blanco, Pedro Mario Burelli o Tamara Suju, venezolanos quienes se han mantenido enfrentados a la dictadura y poseen la madurez e integridad necesarias para conducir un período de transición en Venezuela que será delicado y lleno de obstáculos.
Se requerirá una guía estratégica básica que oriente la actividad del gobierno de transición. Debería, quizá, pensarse a lo largo de las siguientes líneas:
Clara diferenciación del nuevo gobierno con el anterior.
Establecer confianza del mundo exterior en la nueva dirección del país.
Obtener ayuda internacional de tipo humanitario y financiero para sobrellevar la crisis.
Hablarle claro al país sobre la desastrosa situación del país y sobre la responsabilidad de los miembros de la pandilla chavista.
Comenzar a desmontar algunos mitos especialmente dañinos como el estatismo exagerado y los conceptos de falsa soberanía y Venezuela potencia, así como los alineamientos hoy existentes con gobiernos forajidos como Irán, Zimbabue, Cuba, Nicaragua, Libia y grupos como las FARC y Hezbollah.
Eliminar de inmediato los subsidios petroleros a países extranjeros y desligarse totalmente de UNASUR, de ALBA y de Petro Caribe, tal como está estructurada.
Nombrar una Comisión de restructuración de la industria petrolera nacional, la cual deberá propondría una estrategia de transición en el lapso de seis meses y una recomendación sobre un nuevo modelo de gestión petrolera para el país.
Liderar agresivamente el inicio de un cambio actitudinal en el pueblo venezolano para guiarlo hacia una sociedad trabajadora, no dependiente del Estado paternalista.
Hacer énfasis en la separación de poderes y en la depuración de los organismos y agencias del estado, hoy saturados de corrupción e ineficiencia.
Integrar un Consejo de Recuperación Económica Nacional para guiar los primeros pasos de esta urgente tarea.
Es la hora de dar un paso al frente. Si no, la barbarie reducirá a Venezuela a cenizas material y espiritualmente.