PAPAR MOSCAS Y VIVIR EN LA LUNA

por

Roger Vilain

-Roger Vilain-
X: @rvilain1

    De papar moscas sé un montón, no por razones especiales sino por elemental lógica pedestre. Papo moscas desde niño y vivo en la Luna como en casa, lo cual, más allá de equivalencias lingüísticas -semánticas para más señas- y realidades que en el fondo son lo mismo, supone contundente educación empírica.

    El otro día escuchaba a ciertos personajes hablar del asunto. Un psiquiatra, un cura, dos psicólogos y algunos curiosos como telón de fondo, y mientras más pontificaban más perdidos lucían en el reino de los espabilados -léase: aquellos jamás dados a perforar los muros del aquí y ahora, o para decirlo con espabilo mayor, del latinazo hic et nunc, y echar una mirada por los alrededores-. Más perdidos lucían por el mero hecho de que saber, lo que se dice saber, de papar moscas o vivir en la luna entendían menos y conocían íbidem, mira tú por dónde corren las moscas espantadas. He llegado a la conclusión de que todo discurso, perorata, sermón o monserga perpetrado por personajillos al canto es inversamente proporcional a su consciencia del asunto. Como para santiguarse y escapar horrorizado.

    Lo que soy yo, nada tengo que ver con hablachentos de cafetín o sujetos de parecida catadura. Lo que soy yo, papo moscas y vivo en la Luna por sencilla y prodigiosa experiencia y la experiencia vaya que es la madre que a todos nos parió, dime tú si no en medio de tanto adefesio, de semejantes grupúsculos de cartesianos incurables, de espantajos que siguen la letra pequeña y aprietan el tubo del dentífrico poquito a poquito, en la parte inferior, y aplanan a medida que suben.

    Papar moscas y su correlato selenita brinda apetecibles resultados. Y me quedo corto. Papando moscas he desentrañado fiascos monumentales, desde el insufrible horror de una tarde en la oficina, pongo por caso, hasta el no menos indecible espasmo que te coge por el cuello al cambiar tres palabras con el doctor Burgundóforo, ciudadano ejemplar, almidonado y planchado, de corbata a juego, flor en el ojal y modales que ya te digo yo. Papar moscas no sólo exige talento natural. Para papar moscas como Dios manda hace falta disciplina, eso que llaman terquedad, amén de alguna teja suelta y tornillos fuera de su sitio, variables imposibles de encontrar en papadores de la boca para afuera o lunáticos de naderías.

    La otra vez, en ejercicio memorable, papé moscas de lo lindo y viví en la Luna arrellanado. De ese trance irrepetible di con la llave del enigma, penetré en la verdad de los arcanos: todo cuerdo, sensato y prudente que se respeta jura por sus muertos más frescos que el juicio lo atraviesa y se acabó, y quien vive en la Luna o papa moscas a placer dobla el reloj en cuatro y lo mastica, todo mientras arroja plancha y almidón por la ventana. Tal cual, realidad de Perogrullo si me apuras. Nada más y nada menos, quién lo hubiera sospechado.

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