DE CÓMO LOS LECTORES Y LECTORAS, TODOS Y TODAS AMIGOS Y TAMBIÉN AMIGAS, SON INVITADOS E INVITADAS A DEJAR DE LADO SEMEJANTE COSTUMBRE QUE PRODUCE TIRRIA
por
-Roger Vilain-
X: @rvilain1
Hola Buenas. Llevo rato leyendo por ahí o escuchando por allá eso de la inclusión y blablabá, del feminismo y blablablá, de la visibilización de la mujer y blablablá, de la revolución necesaria y blablablá, etcétera, etcétera, etcétera.
Cuidado con malinterpretar y cuidado con la mala intención, que abunda en el patio con dosis de altísimo octanaje ideológico. A propósito de la inclusión, del feminismo, de la visibilización de lo que sea y demás hierbas no tengo nada, absolutamente nada en contra. Que cada quien revolucione, si puede, lo que le venga en gana e intente visibilizar la oscuridad en este valle de lágrimas o la vesícula que lleva adentro. Manos a la obra, no faltaba más.
Para dar concreción a luchas contra injusticias de cualquier pelaje es preciso mucho más que escribir, pongo por caso, “a todos y todas, amigos y amigas que me leen, informo que los interesados y las interesadas serán llevados, y también llevadas, a conocer personalmente a los candidatos y las candidatas inscritos y e inscritas en el concurso”. Con tal adefesio, lo juro por mis muertos más frescos, la exclusión está garantizada.
Imagínate por un segundo que me hubiese antojado de escribir este artículo con el lenguaje inclusivo de marras. Con un seco puntapié en el culo todo lector sensato tendría que responder, y basta, se acabó, a ocupar el tiempo en algo de provecho. ¿Es que quién podría leer tamaño bodrio? Comprenderás entonces que no estoy dispuesto a protagonizar esa experiencia pero ya lo sabemos, muchos cogen al toro del absurdo por los cuernos y ahí se abrazan, y ahí se siembran, y qué le vamos a hacer.
La lengua que utilizamos ha puesto desde hace tiempo los puntos sobre las íes. Esto implica que el bicho humano, entre otras cosas, para comunicarse requiere decir lo que le sale de las meninges pero debe decirlo con precisión, claridad, tino y elegancia. Nada más y nada menos. El lenguaje inclusivo pasa por alto lo anterior porque confunde comunicación, gramática, sintaxis y léxico con ideología salpicada de populismo, y así no se llega a Roma.
Cuando digo “todos ustedes son mis amigos”, está claro lo que he dicho. Tanto hombres como mujeres lo son. Machacar el asunto, morderse la cola en círculos y erigir disparates del tipo “todos ustedes y todas ustedes son mis amigos y mis amigas”, es necedad, porfía sin pie ni cabeza, tautología vana y lo que es peor, pretensión inútil de forzar cambios en la lengua cuando éstos no ocurren por decreto.
Que la inclusión es necesaria y es urgente resulta una obviedad lacerante. Que se agencien cambios lingüísticos a juro y por tal razón imposibles, es lacerante de igual modo. En cuanto a mí, busco incluir esto o aquello con prácticas que bien llevadas quizás generen el beneficio perseguido, hechas desde el lugar que corresponda. Lo otro es cántico a la Luna, ventosidad condenada a disiparse. Demagogia pura y dura, de la que ya existe demasiado.