NORMALIDAD
POR

-Roger Vilain-
X: @rvilain1
Si algo es valorado con ahínco es la normalidad. Yo mismo viví añales convencido de que era un tipo muy normal, tanto como lo exigía el contexto donde chapoteé a placer.
Es que si te pones a ver, cuanto llaman normalidad guarda bastante de relativismo sociológico -perdonen la horrible frase-, en lo esencial gracias a que nadie, absolutamente nadie, logrará dar con ella aunque la busque, aunque de cabo a rabo la pretenda y para lo que empeñe sus mayores esfuerzos. Con esto digo que ser normal, damas y caballeros, pasa por el filtro que otros impusieron, llámese tu tía, tu abuelita del alma, tu familia en pleno o la sociedad en la que te parieron. Lo normalito, pues, bebe de una copa que no es tuya.
La otra vez un amigo fue acusado de chiflado. Frente al señalamiento que cierta autoridad lanzó como si nada -dedo índice, juez y carcelero-, terminó de patitas en el consultorio del psiquiatra. Se creyó lo de la chifladura y se creyó además el resto de la historia. Mi amigo, un pan de Dios por donde lo miraras, sufrió horrores por culpa de aquel dedo: que si trastornado, que si anómalo, que si perturbado, que si enajenado.
En fin, un caso típico de anormalidad en crisis debido al imposible hallazgo de lo normal, mera abstracción, mero pote de humo, mera sustitución de la simple condición humana en pos de quimeras y ficciones buenas para la literatura, para la música, para el arte en general pero nefastas para el existir mondo y lirondo, ese que llena los días de la semana.
Ahora pregunto: ¿Y tú? ¿Qué hay de ti? ¿Eres de lo más normal o te han llamado bicho raro? La primera vez que me adornaron con tales adjetivos fruncí el ceño en el acto, y lo fruncí no porque me pareciera impertinente sino por todo lo contrario. Fue un mazazo en plena nuca. Comencé entonces a entender, a ver por debajo del césped, de modo que mientras más bicho y más raro, concluí que más normal es lo que somos.
Yo por ejemplo no atino ni con brújula. Es decir, no le doy al blanco de las normalidades que como sardinas en lata dan forma a lo que medio mundo espera, con la normalidad del caso, de cualquiera. Mejor así, claro, porque lo normal es lo anormal y viceversa, con lo que el ahorro de energía en búsquedas utópicas -para decirlo bonito-, o disparatadas -para decirlo como es-, jamás será pequeño.
Si algo es valorado con ahínco es la normalidad. En cuanto a mí, el asunto está resuelto: soy un anormal hecho y derecho, un anormal feliz y declarado, cuestión que pone punto y fin a la diatriba. Sea como sea, quién lo hubiera imaginado, repito que lo normal es la rareza y su contrario el desatino. Sí señor, quién lo hubiera imaginado.