LA RISA COTIDIANA
POR

-Roger Vilain-
X: @rvilain1
Como el humor es cosa para inteligentes, Zoilo Galarza aprendió a reír a lo bestia. Semejante condición, no lo dudes, tiene en él niveles de exigencia que para mantenerlos hay que ser prácticamente un héroe.
Pongo por caso, meterse en las entendederas que reír a diario es la meta cotidiana, o sea, el logro sin el cual la felicidad que tanto busca y poco encuentra pierde infinidad de puntos. Zoilo Galarza, como ves, no morirá de inteligencia pero sí bañado en esa paz cuyo reflejo es una sonrisa abierta, la carcajada petrificada en el rostro, la mueca alegre de quienes guardaron para sí chispa, alegría, gracia y salero.
Escribió Albert Schweitzer que pelar el diente arrugará la piel pero no hacerlo arruga el alma. Aceptarás que Zoilo Galarza esté de acuerdo con la frase, no sólo por su veracidad y contundencia sino por su falta de solemnidad, rebuscamiento o como diablos se diga, hecho diferente al cursi salivazo que estrelló en el pavimento un mastodonte literario como Víctor Hugo -”La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”, fue el escupitajo del francés-.
Cuenta Zoilo que a falta de neuronas y sinapsis de todos modos ríe a mandíbula batiente, y ríe no por seguirle la corriente a cuanto matasanos aconseje desternillarse para la reducción de estrés, para fortificar el aparato inmune o por básica higiene cardiovascular. No. Tal cuestión, dice Galarza, implicaría traición, conjura contra el hecho mismo de reír, o sea, plan utilitario donde cabe hacerlo porque la salud y blablablá.
Zoilo Galarza lo tiene claro y tenerlo claro supone ahogarse de alborozo o partirse a risotadas, por lo alto, por lo bajo y por todos los costados, cuando el teatro diario brinda pie y dice hola buenas. Se le llenan de lágrimas los ojos si tú, ponte a imaginar, ruedas por las escaleras, pisas una plasta de perro, metes el pie en el hueco sin tapa de una alcantarilla o te caga encima, justo en la solapa del paltó, la paloma cuyo vuelo coincidió con tus andanzas.
A falta de humor entre neuronas, mira tú los recovecos de la vida, Zoilo Galarza descose los días a punta de hilaridad según él monda lironda, bruta y sin aspiraciones. Para aclarar el entuerto, yo, que no soy un entendido en tales líos, echo mano del librito y entonces: “Humor inteligente”: “Capacidad de crear, percibir y apreciar el humor de una manera ingeniosa, creativa y que requiere un nivel de reflexión más elevado por parte de la audiencia”. Lo dicho: a falta de sinapsis buenas son tortas, con lo que se demuestra que un señor de nombre Zoilo, y apellidado Galarza, lleva al menos congruencia, correspondencia y coherencia, que ya es decir bastante.