“…Cuanto más resiste el régimen más se hunde el país y cuanto más resisten los demócratas, más crece la esperanza de Venezuela. Ante un país tan maltrecho y dictatorialmente reprimido, mucha gente suspira por la reconciliación; sin duda imprescindible, pero tan equívoca como el “diálogo”, si no se aclara”
…Es criminal invocar el nombre de Dios o la “reconciliación” para desde el poder seguir matando, con las armas y con las políticas económicas y sociales que quitan el alimento, la salud y la libertad…
…Que no nos venga algún clérigo vendido al régimen-poder a exigir obispos ciegos y mudos, que “no se meten en política”…
…No es hora de disfraces, ni de mistificaciones religiosas para evadir la realidad y bendecir el crimen, la exclusión y la inhumanidad. Hambre, sed, cárcel, asesinato, exilio, exigen respuesta política en este encrucijada entre la vida y la muerte nacional. La falsa Constituyente es una trampa para evadir y perpetuar la muerte…”