El preso político venezolano

por

José Luis Centeno S.
Twitter: @jolcesal

El preso político venezolano es una mujer o un hombre inocente, civil o militar, por lo general en plena juventud y uso de sus facultades, que no ha cometido delito alguno, a quien le forjaron una acusación por ejercer derechos civiles y políticos, por disentir del gobierno optando a un cargo de elección popular, ganando una alcaldía o gobernación, cuestionando, protestando o dando a conocer sus opiniones por medios de comunicación social o redes sociales. Es difamado e injuriado, vapuleado y exhibido como escarmiento; lo torturan, reprimen y presentan como si fuera desde siempre malhechor y el régimen decente, con tales desmanes buscan quebrar su moral y hacer creer que vale menos que un delincuente común por anteponer la libertad de su país a la propia. Sufre discriminación estructural, violencia carcelaria e impunidad. Este concepto no es académico, por tanto no es una apreciación que pretenda ser objetiva, más bien responde a un sentimiento de solidaridad, admiración y respeto por quien representa en nuestra humilde opinión un símbolo de esperanza transformadora.

Nunca se le siguió un proceso judicial, impensable uno tan aberrante, asesino de los escrúpulos y la ética en gobernantes, fiscales y jueces, como la causa penal que le fraguaron, tramitada en función de órdenes de arriba, con desconocimiento o el nulo respeto por el derecho a la presunción de inocencia, procesado o condenado sin pruebas, y sin un debido proceso y sin un juicio justo, en una suerte de linchamiento por parte de los poderes públicos, siendo preocupante que la opinión pública pueda asumir esta “flagelación colectiva” como si fuese algo natural. Quedando secuestrado, arrancado de su familia, escamoteado de las infancias y adolescencias de sus hijos, apartado de su proyecto de vida y de su comunidad, desposeído de sus bienes, en estado de indefensión despojado de sus derechos y garantías constitucionales pero nunca de su dignidad, valor y coraje por más que lo desaparezcan e incomuniquen, le aumenten las condiciones infrahumanas de reclusión, lo torturen o castiguen tanto como a sus familiares por exigir derechos y denunciar tan censurables hechos.

El preso político venezolano, en medio de una situación de impunibilidad,  combate la putrefacción del Poder Judicial con su determinación, desconcierta al Sistema Judicial con su firmeza, degrada al Sistema Penitenciario con su inocencia e increpa a la comunidad internacional con su temple. Es entusiasta, optimista, alegre e irreductible junto a su aguerrida, leal, respetable y digna familia, a sus amigos, partidarios y defensores, que sin dejar de ser profesionales se ponen creativos para hacer frente a las artimañas jurídicas, el retardo procesal y las omisiones maliciosas, con ellos sobrelleva los traslados intempestivos, el aislamiento, el deterioro de vida grave, la negación de atención médica, los malos tratos, la tortura, el incalculable daño emocional, en suma, el desamparo jurídico; sobre todo, supera el hecho de ser tratado como rehén, ficha de canje o una simple“persona detenida” en razón de la frivolidad y la hipocresía de dialogantes que censuran la política mientras la practican.

Lo deterioran físicamente, lo golpean moralmente, lo torturan psicológicamente, desconociendo el régimen su obligación de cumplir los principios, derechos humanos y garantías, y deberes reconocidos y consagrados en la Constitución, pero jamás le robarán su amor y ganas de luchar por Venezuela. Las faltas graves de sus verdugos,  juzgadores y carceleros a la legislación nacional e internacional son su mayor fortaleza, las debilidades a nuestro juicio no representan niveles significativos aunque algunos insistan en decir que se han otorgado medidas cautelares a líderes opositores en un contexto de sometimiento al régimen, una situación que nos coloca ante los escenarios pesimistas y optimistas del preso político venezolano que desarrollaremos, Dios mediante, en próximas entregas.

Cualquier información, comentario, desahogo o sugerencia por la dirección electrónica jolcesal@hotmail.com, el teléfono 0426.1529612 o por mi cuenta en Twitter @jolcesal

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