Científicos de la Universidad James Cook emprenden la búsqueda del tilacino, que se cree extinto desde 1936, tras dos nuevos avistamientos «creíbles».
Un grupo de expertos tratará de confirmar la pervivencia de los Tigres de Tasmania como especie tras dos posibles avistamientos que alumbran la esperanza de hallar un ejemplar vivo de ese animal, que se cree extinto desde 1936.
El tilacino, parecido a un tigre por las franjas que cruzaban su lomo, llegó a habitar en Australia y en Nueva Guinea, aunque a la llegada de los europeos en el siglo XVIII su población se concentraba principalmente en la isla de Tasmania.
Una intensa campaña de caza entre 1830 y 1909, alentada por recompensas, contribuyó a la extinción del considerado como mayor depredador terrestre del continente oceánico de los tiempos recientes, al que se culpaba de comerse al ganado.
Recientemente se comprobó que la acusación era falsa, ya que en realidad el Tigre de Tasmania se alimentaba principalmente de animales pequeños como el uallabí, de la misma especie que los canguros.
Pero este marsupial carnívoro jamás se recuperó de la campaña de caza que dejó a pocas decenas de ejemplares vivos en Tasmania, hasta que la especie se declaró oficialmente extinta hace 81 años, al morir el que se pensaba que era el último de ellos en el zoológico de Hobart, la capital de la isla.
Desde entonces ha habido varios intentos de clonar al Tigre de Tasmania, que se a asemejaba a un perro de gran tamaño -un adulto podía medir de largo hasta 1,2 metros- con el pelaje corto y una cola larga y rígida de hasta 65 centímetros.
«Los informes suenan creíbles»
En múltiples ocasiones se ha informado de posibles avistamientos, incluido uno en 2005 recogido entonces por la prensa local, en el que se habría fotografiado un ejemplar cerca de Lake St Clair, en el centro de Tasmania, pero que resultó no ser cierto.
La situación es distinta con los dos últimos avistamientos en Cape York, realizados por un veterano empleado del servicio de parques nacionales del estado de Queensland y de un excursionista que frecuenta esta remota zona salvaje de tierras aborígenes del norte de Australia. Los avistamientos tuvieron lugar de noche y solo en uno de los casos se hizo con luces artificiales, a unos seis metros de distancia.
Los informes han despertado la curiosidad de un equipo de científicos de la Universidad James Cook que se han propuesto corroborar su veracidad instalando una cincuentena de cámaras en la zona para intentar fotografiarlo.
El proyecto, encabezado por Sandra Bell y Bill Laurance, también prevé realizar sondeos nocturnos para intentar confirmar la presencia en la zona del «Thylacinus cynocephalus».
Laurence aseguró a Efe que un eventual descubrimiento del Tigre de Tasmania tantos años después de que muriera el último ejemplar conocido «pararía la tierra en términos de sus implicaciones», pero prefirió mostrar cautela.
«Pese a que los informes suenan creíbles, somos científicos convencionales y tenemos que asumir un enfoque crítico», dijo el experto. «Personalmente creo que hay pocas probabilidades de encontrarlos pero uno aprende con la ciencia a no decir nunca porque en muchos casos se ha hallado con vida a especies extintas», añadió.
Tras tomar nota de las descripciones sobre el brillo de los ojos, el tamaño y forma del cuerpo, y la conducta del animal, los expertos determinaron que en principio estos datos son inconsistentes con las características de otras especies que habitan el norte de Queensland.
«Hemos entrevistado cuidadosamente a la gente para intentar eliminar posibilidades alternativas. El zorro salvaje, que se han confundido con los tilacinos en el pasado no habitan Cape York porque es muy cálido para ellos», señaló Laurance.
Para saber si el Tigre de Tasmania no se ha extinguido se necesita solamente una imagen ya que su aspecto es muy singular, si bien luego haría falta encontrar muestras de pelo, sangre o tejidos para corroborarlo con un análisis genético.
Esto además probablemente haría que el Gobierno australiano ordenara un plan de investigación y gestión de la especie, que incluiría la protección de su potencial hábitat, comentó el experto en ciencias medioambientales.