Nuevo Gobierno, nueva oposición

por

José Domingo Blanco
Twitter: @mingo_1
Instagram: mingoblancotv

Por razones que no vienen al caso, durante mis últimos artículos, me abstuve de comentar, opinar o escribir sobre las elecciones del 15 de octubre y sus resultados… Hasta hoy. Quienes me conocen, saben bien cuál ha sido mi postura frente a este régimen. Y también me han escuchado criticar, de manera frontal, a los representantes de las oposiciones cuando ha sido necesario poner sobre la mesa de análisis, muchas de sus estrategias y viscerales decisiones. Por eso, durante los días previos a la contienda electoral, preferí abordar en los artículos otros temas, no menos importantes, y enfocarme en plantear los problemas que asfixian a nuestro país. Siempre he insistido, y sobre todo cuando se trata de la política venezolana que, como periodista, estoy en la obligación de ser imparcial ante los hechos, señalando los errores, vengan de quien vengan. Por eso, en más de una oportunidad, he sido juzgado por mi conducta crítica, no sólo contra el régimen, sino también contra la dirigencia opositora. He sido siempre un periodista incómodo para ambos bandos.

Pero, en estos días ha sido muy difícil no expresar mi opinión frente a los últimos acontecimientos, que tienen caldeados los ánimos de la ciudadanía. Una sociedad civil –decente y golpeada- que aún cifra las esperanzas de cambio en procesos electorales; pero, con un agravante: los comicios siguen siendo organizados por un CNE parcializado, que hace lo que el régimen le imponga. Desde que el chavismo asumió el poder -y clavó sus colmillos y garras al país para desangrarlo de la manera exitosa como ha venido haciendo- hemos sido testigos y partícipes de 22 procesos electorales. Actos con los que les hemos “lavado” la mugre dictatorial a un desgobierno que insiste en lucir como el más democrático del Continente; pero que, con cada acto o con cada decisión que impone, deja ver sus costuras fascistas. “Es preferible ganar espacios, Mingo”, me alegaban quienes, después de cuatro meses de protestas y más de 100 muertos, salían a hacer campaña para ganar “fácil, más de 15 gobernaciones…no lo digo yo, lo dicen las encuestas”; me comentaban muchos amigos con quienes discutí, previo a las regionales, este asunto de si aceptábamos participar o no en las elecciones.

Debo confesarles que los resultados no me sorprendieron. Tampoco a muchos de mis conocidos con quienes compartí mis ideas y que luego me llamaron para decirme “tenías razón”. Mi intención no es hacer leña del árbol caído y decir “se los dije”. Así como tampoco me sorprendió la postura de algunos de los partidos políticos que integran la MUD. Conozco a muchos de sus “líderes” y no de ahora. Sé cómo, sigilosamente, han venido actuando para conveniencia de sus propias aspiraciones de poder y control. Desde hace muchos años, desde que trabajaba en Globovisión y este régimen comenzó a hacer de las suyas, alerté y advertí sobre esto que vivimos hoy. Y lo que recibí fueron insultos. Fue público y notorio, en aquel entonces, el desenlace de mis críticas. Pero, que nadie diga que, desde aquella fecha, no he venido reiterando sobre las apetencias de poder del estatus quo que le sirve la mesa al régimen para que logre sus objetivos.

Y así fue como de nuevo, el 16 de octubre, hubo que lidiar con el sabor amargo que deja la derrota. Y volver a escuchar que la “abstención”, el “fraude” y la “trampa” fueron los responsables de este resultado, haciendo caso omiso al precedente del 15 de julio, fecha en la que el CNE impuso, con unas cifras absurdas, la ANC. Luego, para terminar de desmoralizar a los venezolanos que sienten remordimiento por haber participado en los comicios, vino la juramentación de los gobernadores adecos ante Delcy y su Asamblea Constituyente -con genuflexión incluida- que lució más como el “sacrificio” de un ritual incomprensible, que validó lo que hasta antes de las elecciones era calificado como un órgano ilegítimo.

Tampoco puedo dejar de lado que los partidos políticos y, nosotros, la sociedad civil aceptamos la imposición de acciones tramposas y fraudulentas que hoy hacen más fuerte a esta neotiranía. Son momentos tormentosos los que se viven en la política nacional. Después de los resultados de las elecciones regionales, quedó en evidencia que nunca hubo “Unidad”, y que crece a grandes zancadas la autocracia en el país. Porque, no será posible reestructurar esa “Unidad” fracturada por las decisiones de Acción Democrática y, sin embargo, es válido que nos preguntemos si acaso fue solo AD quien traicionó al pueblo luego del 16 de julio.

“Rechazo y desconozco el proceso fraudulento de convocatoria a una constituyente sin consulta previa a los venezolanos”. “Apoyo la realización de elecciones libres y transparentes y la instauración de un Gobierno de Unidad Nacional para la reconstrucción del país”. “Ratifico la decisión soberana de la Asamblea Nacional para iniciar, de inmediato, la renovación de los Poderes Públicos”. ¿Recuerdan esas preguntas impresas en un papelito que se llamó El Pueblo Decide? ¿Qué pasó entonces para que, de pronto, la postura fuera otra? ¿Qué le espera a Venezuela? ¿Conservará esta colonia cubana algo de sus libertades cuando en 2018 Maduro gane nuevamente la presidencia?

Mientras tanto, mientras AD decide si se sale de la MUD y se inscribe en el GPP, le sugiero a los señores “de la Unidad” que no pelen ese boche ¡ya vienen las municipales! Comiencen a elegir sus candidatos.

 

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