La tecnología reinventa la fruta para crear plátanos de piel comestible o hacer envases con tomates

Raúl Limón

 

Los avances aplicados a productos naturales permiten nuevos usos de sus componentes o crear variedades con características peculiares.

Rodajas de plátanos Mongee con piel comestible en una imagen de la empresa que los ha desarollado, D&T Farm.

Rodajas de plátanos Mongee con piel comestible en una imagen de la empresa que los ha desarollado, D&T Farm.

Piel de plátano comestible, envases hechos a partir de cutículas de tomates o aguacates sin hueso son algunos de los productos que la tecnología desarrolla a partir de productos naturales y de la que España es uno de los países pioneros. En algunos casos, las iniciativas responden a demandas de los consumidores, que reclaman frutas sin semillas (como la sandía, que ya forma parte de la oferta común de los supermercados), sabores adaptados a sus gustos o más contenido nutricional. En otros, son los avances tecnológicos los que permiten aprovechamientos novedosos, como la última investigación realizada en España e Italia para convertir la piel del tomate en un bioplástico para la cubierta interior de las latas o para la fabricación de envases biodegradables.

El aguacate sin hueso se creó en España ante la persistencia de accidentes domésticos a la hora de deshuesar la fruta. Se consiguió con una flor sin polinizar de la que nace un producto alargado, carnoso y de sabor similar al original.

La compañía japonesa D&T Farm ha desarrollado la variedad de banana Mongee, cuya piel externa es comestible. Según la compañía, la cubierta de esta fruta es fuente de serotonina (un neurotransmisor), triptófano (aminoácido), vitamina B6 y magnesio.

La empresa afirma que no es producto de modificación genética y que el cultivo es orgánico. La fina piel comestible se produce haciendo crecer la fruta a -60 grados centígrados y descongelándola lentamente. La presencia de manchas marrones anuncia la madurez del producto, que se recomienda consumir cortado en rodajas.

Película de bioplástico hecho con piel de tomate aplicada a la tapa de un envase.Película de bioplástico hecho con piel de tomate aplicada a la tapa de un envase. Fundación Descubre

La más innovadora aplicación tecnológica sobre productos de la huerta la han desarrollado el departamento de Biotecnología y Mejora Vegetal del Instituto de Hortifruticultura Subtropical y Mediterránea (de la Universidad de Málaga y el Centro Superior de Investigaciones Científicas), el Instituto Ciencias Materiales de Sevilla y el Italiano de Tecnología. Los investigadores han conseguido un bioplástico a partir de residuos del tomate que se puede aplicar con un aerosol para recubrir el interior de latas de bebidas y de conservas o para crear envases biodegradables.

El hallazgo permite sustituir la actual capa aislante interior de los envases de aluminio, sobre la que ha advertido la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas por su composición.

La investigación se ha difundido a través de la fundación Descubre tras el artículo Cellulose-polyhydroxylated fatty acid ester-based bioplastics with tuning properties: Acylation via a mixed anhydride system, publicado en la revista Carbohydrate polymers.

La innovación ha consistido en sintetizar las propiedades físicas y químicas de la cubierta externa de los vegetales, cuyo compuesto principal es un poliéster denominado cutina. El producto destaca por ser biodegradable, su falta de respuesta a reacciones químicas, su inocuidad, su permeabilidad al agua, su capacidad para retenerla e impedir la entrada y salida de gases así como por su “viscosidad y elasticidad, lo que permite su adaptación a cualquier superficie”, según explica el investigador de la Universidad de Málaga Antonio Heredia, responsable de este estudio.

El bioplástico se ha creado con piel de desechos de tomate sometida a tratamientos químicos para descomponerla y disolverla. Con el producto obtenido se creó una pasta que mezclaron con alcohol, metanol y acetona. Sometido a una condensación a más de 120 grados, este producto generó la deposición de una película naranja y marrón ligera y “parecida, en un 90%, a la cutina natural”, según Heredia.

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