CHASQUIDOS DE LA LENGUA
por
-Roger Vilain-
Twitter: @rvilain1
Un líder mesiánico accede al poder y jura por todos sus muertos que 1: llegó para quedarse, 2: va a refundar desde la Asociación de Sembradores de Bejuco hasta la patria, no faltaba más, y 3: que el mundo debe estar agradecido porque él siempre va a salvarlo de los malos. Ningún mesías acepta medias tintas, o estás con él o que te lleve el diablo, y para evitarte el trance se empeña con ahínco en sustituir la realidad.
La realidad, claro, es algo que un manojo de calenturientas circunvoluciones cerebrales haciendo vida activa en funcionarios bien trajeados construye a como dé lugar. Importa un pepino que los hechos contradigan las arengas del mandón, total, pongo por caso, vale más lo que un bebé de pecho cuyo nombre era Joseph y su apellido Stalin se esforzó en elevar a política de Estado, eso que dieron en llamar ingeniería social. Inventar la realidad, pues, es hacer que el mercado, el agro, los sueños, la inflación, el erotismo, el comportamiento de los transeúntes en las calles o el índice de Gini, obedezcan a ciertos burócratas y los complazcan. Pasa por echarle mano a mecanismos de control de masas que habitan el lenguaje. A través de éste un trasnochado con carisma se mete el universo en el bolsillo. Hugo Chávez Frías, sin discusión el más grande demagogo que ha parido el patio y sus alrededores, conocía de sus talentos al respecto, sabía muy bien qué estaba haciendo. Para colmo, los dioses le dieron una ñapa saltarina que para qué te cuento: la chequera que camina por América Latina. Dame un punto de apoyo y muevo al mundo, dijo aquél. Dame a PDVSA rendida y compro tu mundo, tu punto y tu apoyo, dijo el otro. Lo demás es historia.
El lenguaje está ahí para fabricar universos. Contaba el poeta que una flor perdería su fragancia si no se denominara flor. Imagínalo un segundo, fíjate qué verdad impresionante. Por eso Chávez decía ñe y sus amiguitos continuaban: ñeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, al punto de que chillidos tan insignificantes terminaban siendo, verdad entre verdades, maravillosos cultivos hidropónicos, rutas exquisitas como la de la empanada, cuchis gallineros verticales, y así. Del sombrero del mago saltan conejos de todos los pelajes, o lo que es lo mismo, del lenguaje, del palabreo del showman y de la cuenta corriente a reventar, qué te puedo decir, el escenario cobra sabrosura, se torna feliz, rosadito, tan chévere, ché-ve-re (pronúncialo así, lentamente, con tumbao sifrinoso, suponiendo que tienes un chicle enredándote la lengua) como ningún otro.
La revolución bolivariana (déjalo así, en minúsculas), y también bolivarera porque ser rico sólo es malo de los dientes para afuera, se metió entre ceja y ceja modificar cierto estado de cosas en el país chatarra que va siendo Venezuela. Para ello ha chasqueado, chasquea y no sé si chasqueará, los dedos dándole palmaditas al lenguaje en las espaldas. Y entonces irrumpen los colores pasteles, y todo cambia, se torna, se troca, se acomoda. Todo empieza a funcionar. El lenguaje en orgasmos explosivos, listo, obra las maravillas que te harán blanquear los ojos. Date cuenta, mira tú: A. Cuarta y Quinta República. Con el chavismo nace la nueva era. Decreto fundamental. Pero por si acaso pregúntate un segundito, ¿a cuenta de qué esta república número cinco donde todas las bondades comenzarían a producirse?, B. Inflación inducida. ¿Los extraterrestres, Álvaro Uribe, Guachinton, Donal Tron y esos buhoneros de la esquina borrando a hurtadillas los precios para subirlos después como les dé la gana?, C: Socialismo del Siglo XXI. ¿Tendría Chávez, tienen El Aissami, William Saab, Cabello o un simpático hablachento como Istúriz luces mínimas sobre tan conspicuo parapeto?, D: Intercambios comerciales asimétricos. ¿Es malo, es malísimo, es injusto e infernal que se comercie en libertad con EE.UU. por aquello de David contra Goliat y demás paparruchadas pero celestial y justísimo que lo hagamos con Bolivia, Trinidad o con Guyana?, E: Precio justo. ¿Cuál?, ¿dónde?, imagina por ejemplo que hay justicia en un kilo de pollo regalado. Y qué cuando un haitiano jura que lo justo es el petróleo a cuatro dólares?, F: Escuálido. Resulta que quien no piense como camarada es un insecto, execrable en consecuencia. No existe el digno opositor, ahí anda un escuálido pero ya lo puedes aplastar, G: Patriota cooperante. El despreciable sapo, el chismoso sinvergüenza es nada menos que un patriota, alguien que presta sus servicios a la Historia, a la Verdad y a la Justicia, todo encarnado en yo el supremo, H: Guerra económica. No hacemos nada equivocado. La política económica de la revolución, que por eso es revolución para que te enteres, genera tremendo bienestar en la gente sencilla, en los de a pie, en eso que todo iluminado llama pueblo, que le da envidia a empresarios, oligarcas, burgueses, pitiyanquis, bachaqueros, traidores, especuladores, acaparadores y otros ores. Si estamos quebrados, para que lo sepas, es por ellos.
Hoy, lo que se dice en el presente, permítanme informarles que se ha llegado al llegadero. Los platos se revientan sobre lomos, espaldas y cabezas. No hay líder mesiánico, no hay caudillo iluminado, no hay chequera que siquiera renquee, no existe entorno transformable por las lenguaradas de un Maduro. Horror, crimen, tragedia. Nada más. ¡Plaf!, un gobiernito al desnudo terminó cayéndose de un coco. La dictadura ni siquiera es aquella serie de chasquidos de la lengua.