¿ME COMPRENDES, MÉNDEZ?

por

Roger Vilain

-Roger Vilain-
X: @rvilain1

    El otro día me puse a recordar cómo se resolvían aquellos polinomios del bachillerato, y lo recordé. Una vez, en afán de comprensión, leí cuanto llegó a mis manos sobre la relatividad, y algo capté. Comprendo también las instrucciones que suelen traer ciertos aparatos -licuadoras, teléfonos móviles, hornos microondas –. Valga como ejemplo un folleto que en la adolescencia casi me tira de los pelos: cómo limpiar el cabezal del VHS. Abrí el manual, leí, fruncí el ceño, continué enfrascado en la lectura, hasta que la pieza brilló como un espejo sin mota de polvo.

   Pero confieso que muy poco asimilo, que por lo general nada comprendo. A mi tía Bertha, pongo por caso. Digamos que a la secretaria, y así. Sin embargo, a quien jamás he comprendido de verdad es a mí mismo. Ponte a pensar, paso la vida conmigo, me observo de frente y de reojo a ver si descubro qué diablos ocurre pero no, soy imposible. Aquella tía nunca descifrada tengo la impresión de que siempre dio en el clavo. Muchas veces me decía: eres la borra.

    La borra, mira tú, enigma lingüístico que durante años hizo que me encogiera de hombros. Demasiado tiempo pasó antes de que su significado atravesara mis meninges. Vuelvo y digo, comprendo tan poco que recién entiendo ahora mi fascinación de muchacho, mi gusto redomado por la más clara de las afirmaciones: sólo sé que no sé nada.

    De niño tuve la certeza de que no captaba a los mayores, de que no traducía el medio donde chapoteaba y ahora que tengo canas en la barba sigo igual. No comprendo al gerente del banco, no comprendo a la gimnasia ni a la magnesia -será que por eso las mezclo-, no comprendo al portu de la esquina, no comprendo a la oración yuxtapuesta copulativa, no comprendo al Papa, no comprendo al realismo a secas y no comprendo cuanto llevo escrito hasta aquí, si es que llevo escrito algo. Créeme que es una maravilla.

    Si comprender implica lo que imagino, con razón no me enteré de ese mundillo que la tía se empeñaba en hacerme tragar entero o masticado. Cosa rara que subrayo ahora, un día encendí el televisor, pasaban “Ahí está el detalle” y la vi embobado. Pude digerirla por completo. Cantinflas, que ni por asomo se entendía a sí mismo, me alumbró el camino. Hay un club a  cuya pertenencia me arrojaron al nacer.

    La incomprensión puede servir más de lo que crees a la hora de sacar las cuentas. Del historial gordo a propósito de mi estrechez para intuir, vislumbrar o conocer, doy fe a lomo de felicidad total. Si los dioses un mal día se atreven a concederme el don de la iluminación, ten por seguro que las tinieblas harán nido en lo más profundo de mi cráneo. Entonces muchas gracias, pero no.

    En fin, que entre comprender aquí y allá o papar moscas mientras me rasco la cabeza media un abismo que olvídate, jamás pretenderé cruzar. Dicho esto, hago pausa y releo estas líneas, desde la primera. Como lo supuse, nada entiendo y de nada me percato, pero qué puede importar. No me vislumbro a mí mismo, ya lo dije antes, y feliz de que así sea. ¿Me comprendes, Méndez?

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