EDITORIAL ORBI

 

Los guerreros de franela

Por

Fenya Antonatos-Kazana

Twitter:

@fenyakaz

 

Directora y Editora de Orbi News para Europa

 

Los guerreros de franela

Hay en el ambiente un sentimiento general que es el no saber si dar rienda suelta a la alegría por el triunfo de la Vinotinto o a la tristeza por la muerte de Neomar. Dos muchachos de la misma edad, 17 años, que con un día de diferencia dieron todo de sí para lograr su sueño. Uno logró ver el éxito y el otro luchó por algo que nunca conoció y que no lo verá ni lo disfrutará: la libertad.

Como madre siento un inmenso dolor cada vez que veo uno de esos valientes muchachos, los guerreros de franela, caer en el asfalto, ofreciendo y perdiendo lo más preciado que tiene para que todos los demás logremos tener lo que tanto ansiamos, nuestra Venezuela querida. Un país libre, soberano, respetuoso de cada uno de sus hijos, abrazándonos con el amor maternal que siempre nos profesó y brindándonos generosamente la fertilidad de sus tierras, la bonanza de su clima, la riqueza de sus entrañas y la hermandad de sus gentes.

Neomar era uno de esos valientes guerreros de franela una de esas delgadas figuras, de caras tapadas, que están al frente de todas las marchas. Esas figuras que se lanzan delante de las tanquetas, que respiran los mortíferos gases lacrimógenos que les prodiga el enemigo y que unidos, resguardándose detrás de unos escudos artesanales decorados con banderas e insignias y protegiéndose el uno al otro se enfrentan, como Leónidas y sus trescientos se enfrentaron al incontable ejército de los persas, al brazo armado de este régimen castro comunista que tiene secuestrada a nuestra bella doncella, Venezuela. Y tal como el guerrero espartano logró la victoria, así lo lograrán ustedes también.

Caballeros de valiente figura, libertadores modernos, fieles a sus ideales, luchadores incansables, quedarán en los anales de la historia como los Simones de nuestra era. En el panteón de los héroes de otrora se escribirán con letras de oro los nombres de los de ahora. Y Venezuela, como madre que es, se sentirá orgullosa de haber parido hijos tan nobles que sin conocerla libre, luchan por romper las cadenas que la mantienen prisionera. ¡Adelante valientes, la victoria espera!

 

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