EDITORIAL ORBI

04 de agosto

La demora del apocalipsis

En contra de lo que anunciaron con tanto empeño y dramatismo el oficialismo y la oposición, pero muy de acuerdo con lo que dictaba el sentido común, el apocalipsis no llegó a Venezuela con la elección fraudulenta de la Asamblea Constituyente el pasado 30 de julio. Se vivieron momentos muy tensos, se intensificaron las protestas, se incrementó el número de detenidos ilegalmente y, lo que es más doloroso, aumentó sensiblemente el número de las víctimas fatales de la violencia política; pero el fin de los tiempos, la hecatombe final, el armagedón y el apocalipsis no llegaron ese día. La vida siguió.

Y es que cada tanto los venezolanos deben afrontar un nuevo “final de los tiempos”, un combate definitivo en el que “se decide el futuro de la patria”. Cada nueva elección, cada nueva confrontación entre oposición y oficialismo, el discurso político se vuelve aún más dramático e hiperbólico, en su intento por convencer a los ciudadanos de que, esta vez sí, la historia cambiará para siempre. ¿Estrategia política o crispación llevada a su máximo grado? Lo cierto es que cada vez que hay una elección los ciudadanos son sometidos a una dosis mayor de angustia y zozobra en el que ya es uno de los países más violentos del mundo, donde las condiciones de vida se deterioran cada hora. ¿Y después?

Después viene la decepción y el desencanto, la sensación de que todo ha sido una farsa representada por ambos bandos, y lo que es peor, la vaga certeza de que nada se logrará con votos, de que la solución no será pacífica. Mientras tanto, los venezolanos siguen enfrentándose a su duro día a día, la hiperinflación que amenaza con empobrecerlos más y más, la carencia de los productos básicos para la subsistencia, las medicinas, los productos para el aseo personal, los repuestos y recambios para vehículos y aparatos, la pésima calidad de los servicios públicos. La vida sigue. Sobre todo la mala vida.

Mientras tanto, el régimen continúa aislándose, debilitándose, perdiendo credibilidad y con ello posibilidades de subsistencia. También la oposición continúa su camino salpicado, como es natural, de aciertos y errores. La meta parece acercarse más y más, y esta no es otra que Venezuela vuelva a ser un país libre y democrático. ¿Cuándo se logrará por fin? El final de esta tragedia sin embargo continúa demorándose insoportablemente.

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