La Constituyente fraudulenta de Nicolás Maduro

Por:

Álvaro F. Albornoz P.

Doctor en Derecho Constitucional

 

La dictadura que impera en Venezuela, dirigida por el sátrapa Nicolás Maduro Moros, pretende imponer, por la fuerza y sin previa consulta al pueblo, una Asamblea Nacional Constituyente para elaborar una Constitución a la medida, que legalice las arbitrariedades, violaciones a los Derechos Humanos y la corrupción, que elimine a los partidos de oposición y la propiedad privada y que sobre todo perpetúe al narcorégimen en el poder.

En franca y abierta violación a la actual Constitución, diseñada y aupada por Hugo Chávez y catalogada por el chavismo como la “mejor Constitución del mundo”, Nicolás Maduro en complicidad con el sumiso Consejo Nacional Electoral, lleva a cabo un proceso electoral donde se quiebran principios fundamentales de la Teoría de la Democracia.

La Constitución venezolana es clara cuando en su artículo 347 señala que el pueblo venezolano es el depositario del poder constituyente originario y que en virtud de eso es el único que puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente.

De acuerdo con el artículo 348 constitucional, la iniciativa de convocatoria a la Constituyente la pueden tener el Presidente de la República, la Asamblea Nacional, los Concejos Municipales y el 15% de los electores, pero todas esas iniciativas deben pasar obligatoriamente por la aprobación del pueblo para que se pueda convocar.

En cualquier país del mundo, la Constitución es el documento político fundamental y más importante, es la Carta Magna, es el texto jurídico sobre el cual se cimienta el resto del ordenamiento. Es insensato pensar que algo tan trascendente, se puede modificar o sustituir sin el consentimiento previo de los ciudadanos.

Las Constituciones democráticas son producto del mayor consenso posible entre todas las fuerzas políticas y sociales que hacen vida en un país, no pueden ser producto de la imposición unilateral de un solo grupo de poder, ni  mucho menos de un grupo minoritario como es el caso del oficialismo en Venezuela, que es repudiado por cerca del 90% de la población venezolana.

El tirano Maduro adelanta un proceso constituyente donde no se le consultó al pueblo previamente si quiere cambiar su Constitución; con candidatos exclusivos de su partido, la mayoría con antecedentes penales y con conductas antidemocráticas; sin participación de la oposición y con un sistema de elección diseñado para que obtengan la mayoría de los escaños, aún si la oposición participara.

El resultado será una Constitución impuesta de manera totalitaria, en contra de los intereses nacionales y que establecerá una dictadura institucionalizada en manos del grupo de criminales y delincuentes que hoy ostentan el poder.

El mundo democrático no puede tolerar ni permitir que Nicolás Maduro ejecute su perverso plan de destrucción de la República desde el punto de vista político, como lo ha hecho desde el punto de vista económico, donde llevó al país a las más escalofriantes cifras de inflación, de pobreza, de miseria, de hambre, de desnutrición, de cierre de empresas, dejando a un altísimo porcentaje de los venezolanos en la penosa situación de tener que comer de la basura, y con una situación crítica en el ámbito de la salud, donde no se consiguen las medicinas más básicas y elementales y mucho menos los tratamientos para enfermedades más graves, con unos hospitales públicos en la ruina más ignominiosa, a pesar de haber recibido cientos de millones de dólares por la renta petrolera durante la gestión de Chávez. El desabastecimiento y escasez de alimentos es aterrador, mostrando todos los supermercados anaqueles totalmente vacíos, que solo en los países en guerras muy grandes, se puede observar algo similar.

Son alarmantes las cifras de la corrupción, las cuales sobrepasan cualquier capacidad de asombro. Solo un expresidente de la estatal petrolera PDVSA se robó más dinero de lo que representa el presupuesto nacional de cinco países de Centroamérica. Por eso el índice de corrupción de Transparencia Internacional coloca a Venezuela como el país más corrupto de América Latina y uno de los más corruptos del mundo entero.

La anarquía, el caos, la división, el odio que deja el socialismo en Venezuela serán difíciles de superar; por lo que hay que salir de este régimen inmediatamente antes de que sea más tarde.

Venezuela es uno de los ejemplos más claros de cómo el socialismo es capaz de destruir hasta los países más ricos del mundo, y que solo sirve como una fábrica de pobreza y de emigración de sus ciudadanos, quienes se ven obligados a buscar en otros países, las oportunidades que no encuentran en el suyo.

Venezuela merece un mejor destino, ya su gente ha pagado demasiado caro el error de haber elegido a Chávez como su Presidente, quien dejó en el poder de manera fraudulenta a este legado de terror y muerte que significa el régimen de Maduro.

Los venezolanos debemos entender que está en juego el futuro del país y que en esta lucha no hay matices: o acabamos con la dictadura o ellos acaban con nosotros.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here