La ingeniera que dejó Google (y toda su vida) para embarcarse en un ‘viaje’ a Marte

Laura Lark ha pasado ocho meses conviviendo con otros compañeros en un refugio espacial en Hawái como si formaran parte de una misión enviada al planeta rojo.

 

Autor

Lucía Caballero

@Lulucille_

Piña, papaya, mango, verduras recién recogidas y una esponjosa quiche. Después de subsistir ocho meses a base de alimentos enlatados, secos o congelados, los pocos permitidos en una misión espacial, un refrigerio compuesto por estos productos frescos debe saber a gloria.

A Laura Lark no hace falta que se lo cuenten. Esta exingeniera de Google pudo degustar las frutas y hortalizas junto a sus compañeros en un banquete que puso punto final a ocho interminables meses de aislamiento. Desde enero hasta agosto, Lark y otras cinco personas han convivido como si fueran colonos marcianos. Solo que el terreno rojizo sobre el que pisaban era el de un desierto volcánico en la Tierra.

Es el quinto año que la Universidad de Hawái en Manoa cierra un nuevo capítulo del proyecto HI-SEAS (siglas de Hawaii Space Exploration Analog and Simulation) gracias al apoyo y la financiación de la NASA, que ya ha invertido más de dos millones de euros en la iniciativa. En todas las ediciones, seis voluntarios, elegidos entre cientos de solicitantes, han pasado varios meses en un hábitat con apariencia de iglú gigante ubicado a 2.400 metros de altura en una de las laderas del volcán Mauna Loa, en la isla de Hawái.

El objetivo de todas estas misiones ficticias es estudiar las múltiples facetas de la vida en Marte y sus consecuencias para el ser humano. La NASA puede así hacerse una idea de cómo reaccionarán astronautas que de verdad vuelen al planeta rojo. Si en la primera los investigadores al mando del experimento se centraron en la cocina, entre otras cosas, esta vez lo han hecho en los efectos psicológicos de un viaje de trabajo espacial.

Adiós, Google, me voy a Marte

A pesar de que la idea de vivir aislado durante ocho meses rodeado de las mismas personas puede resultar, en principio, poco atractiva, a Lark le sonó casi a cuento de hadas: era lo más cerca que podía estar de viajar al planeta rojo sin ni siquiera ser astronauta.

“Me enteré de la existencia de HI-SEAS leyendo sobre misiones análogas hace tiempo y supe que era algo en lo que me gustaría participar, así que eché mi solicitud cuando abrieron el plazo para las misiones V y VI”, cuenta a Teknautas esta ingeniera que hasta entonces trabajaba para Google.

Había formado parte de la plantilla del gigante de internet durante varios años, en puestos relacionados con la infraestructura del buscador y el indexado de las páginas, pero cuando le comunicaron que era una de las elegidas para viajar al Marte hawaiano lo dejó todo. “Me gustaba mi trabajo, pero lo abandoné porque formar parte de la tripulación en una misión como esta es una oportunidad que no se puede dejar pasar”, asegura Lark, que entiende el proyecto como una contribución a la exploración espacial.

La tripulación de Hi-SEAS V, de izquierda a derecha: Brian Ramos, Laura Lark, Ansley Barnard, Samuel Payler, Joshua Ehrlich y James Bevington (Fuente: Universidad de Hawái I HI-SEAS V)
La tripulación de Hi-SEAS V, de izquierda a derecha: Brian Ramos, Laura Lark, Ansley Barnard, Samuel Payler, Joshua Ehrlich y James Bevington (Fuente: Universidad de Hawái I HI-SEAS V)

Sus conocimientos de programación y sobre mantenimiento de sistemas le han sido útiles durante el periplo. Además de realizar diferentes experimentos, el equipo salía a dar paseos ‘espaciales’ ataviado con trajes similares a los que llevan los astronautas y debía repartirse las tareas para conservar las instalaciones en buen estado, aunque cada uno se encargaba de un área concreta. La ingeniera era la responsable de las tecnologías de la información y, por tanto, de asegurarse de que los equipos y las comunicaciones del hábitat funcionaban correctamente.

Entre otras cosas, debía informar al exterior sobre posibles problemas en las redes e intentar solventarlos teniendo en cuenta que todas las comunicaciones sufrían un retraso de 20 minutos en ambos sentidos, como ocurriría en un verdadero viaje a Marte. “Solucionar los problemas era un reto sin poder acceder a información ni herramientas en tiempo real”, asegura Lark.

Fuente: www.elconfidencial.com

 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here