Especies singulares

Descubren una segunda familia de los curiosos y amenazados peces que caminan

Investigadores de la Universidad de Tasmania localizan en el sur de Australia un pequeño grupo de una de las especies marinas más singulares del planeta.

Científicos de la Universidad de Tasmania (Australia) han confirmado la existencia de una segunda población -de menos de 40 ejemplares- de una de las especies de peces más singulares del mundo. La posible existencia de un nuevo grupo de peces de manos rojas (de nombre científico Thymichthys politus) fue advertida por un naturalista aficionado en la costa del Este de Tasmania y confirmada poco después por los científicos participantes en una exploración especializada. No se han facilitado datos sobre la localización para evitar ingerencias de curiosos o pescadores.

Hasta ahora solo se conocía la existencia de una pequeña colonia, también en el sur de Australia, de esta curiosa especie, catalogada ‘En peligro de extinción’ en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

El pez de manos rojas se consideraba hasta una especie limitada a la bahía Frederick Henry, según recuerda la Universidad de Tasmania. El nuevo grupo de peces de esta especie, que constaría de entre unos 20 a 40 ejemplares, habita a varios kilómetros de la localización inicial.

El hábitat de esta segunda colonia de pez se reduce a un espacio de 50 por 20 metros, en una fondo marino que facilita los desplazamientos con la simple ayuda del movimiento de las aletas en forma de manos o patas.

El hallazgo tuvo lugar la semana pasada durante los trabajos de una encuesta sobre la vida en los arrecifes que realiza el Instituto Marino de Estudios Antárticos (IMAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Tasmania, después de que un particular avistara los peces.

“Descubrir a esta segunda población supone un gran alivio porque duplica el número de ejemplares que creemos que quedan en el planeta”, dijo el científico de IMAS, Rick Stuart-Smith.

El investigador destacó que el nuevo hábitat es distinto al de la primera población, lo que haría que el pez no sea completamente dependiente de las condiciones locales.

“Hallar una nueva población que es diferente a la existente es emocionante. Supone que existe una piscina genética más grande y que potencialmente podemos encontrar otra población”, aseguró la técnica del IMAS Antonia Cooper.

Estos peces rojizos, que miden de 6 a 13,5 centímetros de largo, fueron avistados por primera vez en el siglo XIX cerca de Port Arthur, en Tasmania, uno de los lugares del planeta que aloja especies raras y únicas en peligro.

El pez de manos rojas tiene un cuerpo alargado y con protuberancias en forma de verrugas con el que se mueve lentamente por el lecho marino en busca de alimentos como crustáceos y gusanos, según el Ministerio del Ambiente de Australia. JEC – Efe

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