Llegó Pacheco

por

Fenya Antonatos-Kazana
Twitter: @fenyakaz

El otro día limpiando la buhardilla de la casa de mi abuela, encontré un viejo baúl que llamó poderosamente mi atención. De niña siempre lo había visto en un rincón, pero nunca lo había abierto bien sea por falta de curiosidad o porque mi abuela nunca lo perdía de vista. El baúl era de ella y finalmente hoy, lo abrí.

Mi sorpresa fue enorme pues dentro había miles de recortes con historias olvidadas. Poco a poco desempolvando esas historias me encontré con esta que debido a la fecha me pareció muy acorde.

Un tema muy de actualidad por la época decembrina es “El Pacheco”. “Llegó Pacheco”, “bajó Pacheco”, “allí viene Pacheco” pero ¿cuál es el origen de este popular dicho que forma parte de la tradición de nuestra ciudad?

Desde el siglo XIX se usaba esta expresión en el Valle de Caracas. Desde entonces, se oía decir a los caraqueños cuando en la ciudad “de los techos rojos” veían al Sr. Pacheco llegar por el Camino de los Españoles, entrando por la Puerta de Caracas en La Pastora con sus burritos y sus bellas flores.

Leoncio Martínez, en su semanario humorístico Fantoches, intrigado por la historia de tal expresión hizo una encuesta con el propósito de encontrar el origen de ese nombre y seleccionó el relato que para él tenía más validez y credibilidad: La historia de un veterano cultivador de flores de Galipán de nombre Antonio Pacheco, el cual al comenzar el frío bajaba regularmente desde el Ávila a la capital, con un arreo de burros cargados de hermosísimas flores, para embellecer la ciudad, acompañado siempre de una copla que lo anunciaba por el camino, y así alegrar el espíritu festivo del caraqueño.

Este señor tan conocido era habitante de Galipán, una zona cuyo origen se remonta a hace más de 200 años, cuando pobladores que venían de las Islas Canarias se establecieron en un terreno accidentado de gran extensión, en la vertiente norte del Ávila que es el gran escudo que separa el clima caraqueño del clima de la costa.

El Sr. Pacheco, pues, llegaba todos los años a la plaza Bolívar, huyendo del tremendo frío que pegaba en las montañas del Ávila y se ponía a vender sus hermosas flores volcando en la ciudad aquel amoroso mensajes de flores de Galipán. Primera parada era frente a la famosa iglesia de La Pastora donde descansaba de su arduo viaje, hasta llegar a la Plaza Bolívar. Así, las personas empezaron a asociar la llegada del vendedor de flores con la época más fría, desde noviembre hasta enero. De esta manera sabían que las temperaturas estaban bajando en la montaña y que a los pocos días también bajarían en Caracas. Por eso la llegada de Pacheco era señal de dos cosas: que llegaba el frío y que se acercaba la Navidad.

Pacheco fue y sigue siendo el representante de una tradición que aún perdura en nuestra ciudad.

Aquiles Nazoa encontró en la tradición de Pacheco y su bajada del Ávila una fuente para muchos de sus trabajos literarios, de los cuales el más divulgado es: “Qué hubo Pacheco”.

 

Que hubo Pacheco…

por

Aquiles Nazoa

Después de muchos meses esperando
que con tu soplo gélido
a refrescar vinieras la canícula
que este año enflaqueció a los caraqueños,
he aquí que ya estamos en noviembre,
un mes que era muy frío en otros tiempos,
y el calor continúa
ocasionando pérdidas de peso,
porque a ti no te da tu perra gana
de regresar, oh pícaro Pacheco.

¿A qué debe atribuirse tu retardo,
tú que eras tan puntual y tan correcto?
¿Si antaño, cada vez que las campanas
doblaban por el Día de los Muertos,
ya tú estabas haciendo tus valijas,
limpiando tu bufanda y tu chaleco
para después bajar, lleno de flores,
con tu sonrisa de ancianito fresco
y tu pincel teñido de manzana
que en los rostros ponía un rosa tierno?

Todo el mundo exclamaba en ese entonces
con júbilo infantil: -¡Llegó Pacheco!,
mientras tú por el Ávila llegabas
con tu bufanda vegetal al cuello,
y una flota pascual de golondrinas
volando de tu lírico sombrero!

 

 

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