EL VIAJE DE LAS IDEAS

por

Roger Vilain

-Roger Vilain-
Twitter: @rvilain1

    La otra vez me dio por ponerme filosófico. Sentado en un café contemplé el mundo circundante y hay que ver, tuve un momento de reflexión a propósito de las ideas, de cualquier idea, ésa que llega cuando menos lo esperas y esa que te coge por el cuello y dice hola buenas, mírame que aquí estoy.

    Debo confesar que si de ideas se trata, detenerse vale oro al instante de abrazarlas. Detenerse supone no sólo el alto y la quietud, sino la pausa interior que aterriza también en pleno movimiento. Así que caminar, contemplar en lo urbano o en el bosque, por ejemplo, permite que desciendan como pájaro a su nido tanto como llegar a la  terraza en procura de descongestión de las meninges.

    Se me viene a la cabeza aquella frase de Nietzche que reproduzco aquí muy mal, y concuerdo: pienso con los pies.  Sumo y sigo: escribo asimismo con las extremidades inferiores. Llegar a la tinta y el papel nada más que con las manos sería el récipe para no llegar. Pienso con los pies porque voy, ando, camino, y pienso sin ellos cuando la inacción, el detenimiento corporal, atrapa y hace de las suyas.

    ¿Qué significa esto?, que soy un viajero urbano dado a no desestimar alguna senda entre pinos o pedregales y que soy un viajero que combina la condición de nómada con el  sedentarismo, caras de una misma moneda, serpiente que se muerde la cola, opuestos fundidos en unidad indestructible. Heráclito y Parménides, para seguir con el mismo son, el de la filosofía.

    No te metes dos veces en el mismo río, decía el primero; el segundo tomaba vía distinta, no otra que manifestar la unidad del todo en la que está de más la fluidez o el cambio. Así, viajó y pensó Verne desde las cuatro paredes de su estudio y pensó y pateó geografías como nadie Marco Polo a lomo de rutas polvorientas y soles y lluvias que para qué te cuento. Da la impresión de que cualquier inmovilismo lleva en las entrañas la dinámica explosiva de tremendo nomadismo. Quién lo hubiera sospechado. Entonces echo mano de lo uno y de lo otro, para bien o para mal, y las ideas escurridizas plantan tregua mientras las aprovecho para resultados no del todo indignos o para simplemente su contrario, el fracaso y se acabó. Qué se le va a hacer.

    El otro día, pensando en estas cosas, se me incrustó entre ceja y ceja lo que llevo dicho hasta ahora, café mediante, luego de abrir el diccionario. Idea: “Representación mental que surge a partir del razonamiento o de la imaginación de una persona. Está considerada como el acto más básico del entendimiento, al contemplar la mera acción de conocer algo”. Que los dioses me perdonen, pero quedé por completo en las mismas. Acto seguido, trajiné las calles hasta depositar mis huesos en alguna mágica terraza. No sé tú, pero en cuanto a mí, cierta luminiscencia apareció como pátina de oro entre un mar de sombras. Entonces cogí lápiz y papel y aquí me tienes, en el momento justo de poder marcar punto final a estas cuartillas.

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